El obispo de Alcalá —!mírala, mírala, mírala, mírala, que te la pue' clavá!—, el mismo impresentable sádico y demente que avala la práctica de exorcismos para sacar a maricones, boyeras y otros degenerados vagos y maleantes el demonio del cuerpo —que otra cosa bien distinta y del todo justificable, ¡ojo!, es la pederastia sa-cerdo-tal—, se despacha ahora, para justificar su oposición a la eutanasia, con que los moribundos que ya no pueden más con su vida, en lugar de suplicar que, por piedad, los ayuden a morir, lo que tienen que hacer es echarle cojones y sufrir al igual que en la cruz lo hizo Jesucristo. ¡Putos ayatolás fundamentalistas islámicos!
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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