La sangrienta guerra de fotos que está teniendo lugar durante la presente campaña electoral —guerra que parece encaminada a no dejar títere con cabeza—, es síntoma evidente de la urgente necesidad de un gran pacto de Estado para que los políticos patrios jamás se fotografíen sin llevar bien ajustada una careta de cualquiera de los dos hermanos Pimpinela.
(¿Quién es? Soy yo.)
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