Cómo me toca los cojones ese estilo de discurso, copiado de los telepredicadores yanquís, que han venido adoptando, salvo honrosas y muy escasas excepciones, nuestros políticos patrios —tanto afines como adversos—, de un tiempo hasta esta parte. Que la política, damas y caballeros de la sinecura y la poltrona, ni es ni debe parecer una cuestión de fe ni un espectáculo circense. Menos palabras huecas, impostadas y altisonantes, y más hechos; esa debería ser la principal regla de estilo de todo aquel que pretenda sacrificar parte de su vida dedicándola al servicio público.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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