Eran tales, tan cálidas y sin fisuras, la solidaridad y la ternura entre aquellas dos pobres criaturas sin voz, condenadas a la injusticia de la miseria y la intemperie de por vida, que deberían haber bastado para dejar al mundo sin palabras. Y para empujarnos a todos, sin excepción alguna, a dar un paso al frente. No obstante, algunos, desde la frialdad de nuestra interesada y confortable asepsia de intrascendentes cronistas, escribimos al respecto; y, una vez más, fueron muy pocos los que no se alinearon de inmediato del lado de los inconmovibles. Pero imaginen todo lo que podría haber llegado a acontecer si siete mil millones de corazones al unísono, nos hubiésemos decido a dar ese en apariencia tan insignificante paso.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Mendigos y sus mascotas. Los más excluidos de la sociedad, el último escalón de la injusticia social, los auto marginados a voluntad
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