Las dos Españas que nos desveló Machado, aún siguen existiendo. Pero sin haber dejado de transformarse en momento alguno. Así, hoy, amén del superpoblado limbo de los indiferentes y del insufrible purgatorio de los desechados, que, aunque por diferentes motivos y formando parte de ella, no cuentan en la configuración de esta esperpéntica dicotomía, tenemos de un lado la España de los denominados por los medios de manipulación masiva, radicales de izquierda, ese averno plagado de sanguinarios demonios; y del otro, la de los autoproclamados progresistas de derechas, esos que, sentados a la diestra del Pater, alardean de haber corrido en su día de los grises, pero justifican que, en estos involutivos tiempos en los que nos ha tocado vivir, las fuerzas de seguridad del Estado repriman con dureza a todos aquellos que no comulgen suficientemente con su recta progresía. Hemos terminado por corromper hasta la semántica.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Ahí llevas toda la razón...progresía es hoy una palabra confusa, como desarrollo sostenible...de usar y tirar según intereses
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