jueves, 14 de diciembre de 2017

Cien años de soledad


"Sucede
Que me canso
De ser Dios
Sucede
Que me canso
De llover
Sobre mojado"

Efraín Huerta

Llovió sin tregua, estuvo
lloviendo, diluviando,
durante cuatro años, once meses
y dos días. Un fango
pesado como el miedo y lo improbable,
descendió torrencial, en avalancha
por las faldas henchidas de abrojos de sus sueños,
atascando el venero cuando apenas
había comenzado a despuntar el agua
—era un venero limpio, del color
del cielo cuando arranca
a manar la alborada, un cielo libre
de nublos y alimañas.
Al principio pensaron que la fuerza del agua
acabaría despejando el caño
obstruido; y se cruzaron
de brazos a esperar que se obrase el milagro.
Pero, inmisericorde, les dio Tláloc la espalda,
dictando un tiempo eterno de sequía.
Y se les hizo tarde para siempre.
Y ahora, de aquel vergel
en ciernes, sólo quedan, entre la sed del páramo,
gangrena, cloaca máxima,
agua estancada, miasmas,
cementerio maldito por los siglos
de los siglos. Amén.

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