A Silvia Delgado, compatriota.
Blandiendo vuestros himnos
y banderas tiznadas
de inquina, expolio, y sangre,
preguntáis por mi patria.
Mi patria, una utopía
que apenas tiene sitio
en este mundo, se halla
en el verbo que ansía
un día hacerse carne
y pan sobre la mesa
común de la alegría.
Mi patria, ese lugar
desde el que sueño un mundo
sin patrias ni fronteras.
¿Cómo, entonces, vosotros,
surco seco y ortiga,
osáis llamarme apátrida?
No me llaméis apátrida:
vuestra patria es semilla
de caos y Armagedón,
la mía, brizna fresca
nutriendo la esperanza.
1 comentario:
Mi única patria la mar, decía la canción del pirata de Espronceda
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