martes, 17 de mayo de 2016

Trueque

Cambié la luz del sol
por un billete de ida
sin vuelta al territorio
soñado de tus sombras.
Viajé en tercera clase.
En un sucio vagón
destinado al ganado
y guarida del frío.
Pero nada importaba.
El final del viaje,
aun lejos, merecía
la pena y, entretanto
llegaba, era sublime
contemplar los paisajes
diversos y las fértiles
estaciones preñadas
de fragancias sin límite
como la primavera,
y de tonos de luz
más cálidos que el trigo
madurando en verano.
Pero llegó el otoño
cegando mis sentidos
con sus cabellos grises
y sus dedos de niebla,
e impidiéndome ver
cuando aún estaba a tiempo
el verdadero término
de aquel viaje: la lúgubre 
vía muerta del invierno.
Imposible prever
el tiempo que, precario, 
resta para el impacto;
la única certidumbre
que aún me queda es saber
que al igual que al principio
lo estuve, ya estaré
hasta el final perdido.

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