Llevaba años obsesionado con la idea de no irse de este mundo sin haber dejado antes huella. Pero, con cada nuevo día, se sentía más un don nadie. Y, cuando ya había perdido toda esperanza, sucedió. Aquella única e inoportuna huella, con su nitidez incontestable, lo delató y elevó a los más indeseables altares de la fama.
Ilustración: Vasco Gargalo
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