La Diana y la Retreta del Cuartel, así como las diferentes órdenes del día, se emitían automáticamente por una red de altavoces conectados a un ordenador central. ¡Qué ahorro de personal con este proyecto informático¡ Le había valido que la ascendieran a Teniente Coronel. Ahora se codeaba con Coroneles del Estado Mayor que viajaban por medio mundo en misiones de paz de Naciones Unidas. Eran fuertes, musculosos y cultísimos. Pero ella seguía viviendo con sus mismas aficiones, que eran dos. Los deportes de contacto y las artes marciales. Y Godofredo, su novio de siempre, un repartidor de butano asilvestrado y rudo, pero infatigable, noble y sanote como una onza de oro.
(¢) Carlos Parejo Delgado
No hay comentarios:
Publicar un comentario