Cuando paseas por las calles y plazas del centro histórico te preguntas: ¿Por qué tantos y tan grandes balcones? ¿Cuál es la razón de esos espléndidos miradores de cristales? Sin ellos, muchos sevillanos no estarían aquí. Fue allí donde sus bisabuelas - casi ocultas entre visillos-, pillaron novio. Se pasaban horas y horas asomadas, contemplando a los pretendientes que les paseaban la calle. Cuando les daban su consentimiento, recibían la carta-declaración y podían tener sus primeras palabras (Carmela le habla a Juan). Luego venía la primera entrada en la sala de confianza de la casa y su presentación a los padres. Entre cinco a diez años de relaciones discurrían hasta que terminaban en matrimonio.
(¢) Carlos Parejo Delgado
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