Mi abuelo comenzaba el día pidiéndole a Dios que, en su providencia, otorgara paz y bien a su persona y al resto de sus congéneres. Mi padre le pedía al nuevo día que todos los revolucionarios como él liberaran e hicieran progresar un poco más a la humanidad. Yo me levanto pidiendo porque la maquinaria funcione regularmente, la de mi cuerpo y la de las nuevas tecnologías que me acompañan a todas horas: el teléfono móvil, el correo electrónico, INTERNET,…
Hace mil años las noticias andaban pausadamente al ritmo de las coplas de los trovadores. Hace cien años sólo las noticias más importantes llegaban raudas y concisas a través de los cables del telégrafo. Hoy en día, toda información, sea basura o decisiva, se trasmite instantáneamente con el clic del teclado telemático por miles de millones de seres humanos.
(¢) Carlos Parejo Delgado
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