lunes, 12 de marzo de 2007

Huelva (un poema de Antonio Orihuela)

Hay sitios
en las afueras de esta ciudad
que jamás verás en un folleto turístico.

Paisaje de escombro
donde hierve, estancada,
el agua de los colectores de las petroquímicas
y se deslíe hacia el mar
el rojo veneno de las montañas de fosfoyesos.

Tosen las chimeneas toneladas de gases tóxicos
y cae polvo gris sobre la piel del mundo
levantada, día tras día,
con más saña que el padrastro de un niño.

También estallan en esta hora
un millón de motores
que vuelven a casa,

signos de normalidad
que no impiden que las enfermedades pulmonares
arrasen con los viejos, dejen tocados a los recién nacidos
o empañen de hollín mis pulmones, mis gafas

y se pone el sol
no sin una incierta belleza
que hace aún más hiriente
toda esta ruina
que paga
periódicos, políticos, libros de poesía
y hasta la restauración de todos los santos y santuarios de esta ciudad
antes de llevarse por delante a los que acuden a las procesiones.

Espacios de desolación
en otra mayor desolación
por la que va cayendo lentamente la tarde.

Antonio Orihuela


Poema del libro “Piedra, corazón del mundo” (Ed. Germania, Valencia, 2001)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTUPENDO, y encima ¡será cierto!
Por una real conciencia ambiental -no solo publicitaria- y por un mundo más igualitario -pa´ no abusar de pedir demasiao´ PAQUITA

Anónimo dijo...

Bueno, las autoridades (in)competentes, dicen que todo esto no son más que desvaríos de cuatro salvajes ávidos de volver a las cavernas. Pero lo cierto es que, según estudios independientes de la Pompeu Fabra, Huelva se encuentra enmarcada en un triángulo donde la mortalidad es mayor que en el resto de España, lo cierto es que el poder económico-industrial de Huelva censura la voz de ciertos poetas, de eso Orihuela sabe por haberlo sufrido, y que ese mismo poder paga a los siervos de la contra-cultura.

Abrazos de un cavernícola.

Anónimo dijo...

Ese Huelva Rafa, es terrible lo que se está haciendo en ese Huelva.
Hay voces que no callan, entre ellas, tú o Alargaor que tampoco pierde ocasión para la denuncia.