jueves, 1 de marzo de 2007

Aunque viviese mil años

Hace un par de días cuando me acerqué a verte, como siempre desde hace tanto teniendo que componer una excusa más que evidente para no romperme del todo con el esfuerzo, lo hice porque no quería alejarme definitivamente sin despedirme, aunque fuese sin llegar a decirte adiós abiertamente. Pienso que hubiera sido muy duro para ambos hacerlo así y ya hay demasiadas salpicaduras de sangre en los muros inmediatos de la distancia. Pero de nuevo me hiciste dudar. Estuve poco tiempo contigo, pero mucho más del que yo había imaginado. Me detuviste por unos instantes inesperados, metiéndome un poquito, sólo un poquito, de nuevo en tu vida -siempre desde que comencé a conocerte mi mayor deseo-, contándome algunos de tus proyectos más cercanos, casi compartiéndolos conmigo sin haber tenido porqué hacerlo. Algo así, no hace tanto, me hubiera obligado a seguir intentándolo, a continuar nadando a contracorriente sin fuerzas en pos de una parte al menos de mis ilusiones de iluso impenitente a tu lado. Pero ¡tantas veces ha sucedido ya lo mismo!, que el peso pegajoso de la ciénaga de la incertidumbre ha terminado por atrapar el vuelo de las alas cansadas de la esperanza, desvaneciendo mis sueños en el vacío sin aire de esta vigilia permanente por tu ausencia. Hace un par de días, cuando me acerque a verte, me hubiese gustado llevarte un flor, pero temí que se marchitasen tus manos. Hace un par de días, cuando me acerque a verte –sabes que siempre me ha gustado regalarte aquello que pensaba que te podía ayudar a ser un poquito más feliz durante un pequeño instante- sólo fue para regalarte mi adiós, aunque no llegase a expresártelo claramente y lo hiciese en el firme convencimiento de que no dispondré de la vida suficiente para alcanzar a dejar de arrepentirme. Aunque viviese mil años.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Preciosa carta de despedida.
Cada final entraña un nuevo re-nacer. El tiempo es un valioso detergente, para limpiar las alas de la esperanza y salir de cualquier cienaga de desanimo. Y vivir en la incertidumbre, siempre es mejor que vivir en la rutina. O no?
Te mando un beso Rafa, me gusta darlos y no te digo na recibirlos.
Lola.

Anónimo dijo...

Arrepentirse...¿De qué..., para qué?. ¿qué entienden los sentimientos del arrepentimiento? pedir perdón por vivir derramándose no es disculparse, ni arrepentirse, es aprender a seguir existiendo. Cuando se siente con intensidad no hay equívoco posible, si acaso sólo hay que intentar corregir la trayectoria del disparo. Esto último me ha quedado muy militar, de artillero casi, pero no me ha surgido, de momento, otro simil. Yo sé que tu me entiendes.
Escocés de doce años y cacahuetes

Anónimo dijo...

Despedirse sin haber estado
irse sin haber llegado

Las despedidas más tristes
son las de los encuentros que nunca han tenido lugar

un abrazo

Anónimo dijo...

El tiempo, Lola, esa enorme falacia, es ante todo una grandísima putada, en especial cuando sentimos que no es el nuestro, que se nos pasa en momentos que no nos interesan, cuando se nos va sin sentido en cada instante. Hubo un filósofo empeñado en encontrar el tiempo perdido, y mientras lo hacía ya había otro que creía haberlo recobrado. Pero el tiempo ni se pierde ni puede buscarse ni ser encontrado. O se vive o no se vive. Lo demás, las hermosas despedidas, la generosidad a regañadientes, la misma esperanza, el vaiven que te arrastra en la olas, el arrepentimiento, su imposibilidad o su renuncia, Manolo,... son conceptos y palabras vacíos, mentiras crueles o piadosas según los casos. Sólo el tiempo que no se conceptualiza, que no se fracciona, que no es pensado... merece la pena. Trato de entenderlo así, pero no es nada fácil para nuestros esquemas mentales occidentales... bueno, creo que se me ha vuelto a ir la olla, diculpad.

Un fuerte abrazo

Ps.Manolo, cuando se siente inténsamente sólo el viento ingobernable, un véndaval inesperado, puede cambiar la dirección de los suspiros. Pero nos da miedo a dejarnos llenar por la fértil humedad de la tormenta, tratamos de protegernos bajo un techo, que más que salvarnos, muchas veces nos encadena. Jo! tengo que dejar de fumar por unos días calidad y dedicarme sólo al Chester.

Anónimo dijo...

Hay encuentros, Milena, que aun produciéndose en la distancia, aun no habiéndose logrado en ningún instante sin el abismo de por medio, son únicos, irrepetibles y bien merecen el dolor de una amarga despedida. Hay encuentros de ese tipo que aun destinados a ese dolor del desencuentro todos repetiríamos.

Un abrazo
Rafa

Anónimo dijo...

CORROBORO LO de Milena, las despedidas más duras son las de lo no conseguido, no realizado, no ... de no.
Y sí, se te va la olla por menos de un pitillo, como a otra que yo me sé.
Un abrazo de los mío y un par de besos de los de Lola.
PAQUITA

Anónimo dijo...

Rafa, totalmente de acuerdo contigo en ese sentir del tiempo, pero como otras herramientas de la mente, su utilización solo depende de uno mismo. Sé (y no de oidas) que cada instante vivído (y si es con conciencia de vivirlo, ni te cuento)te aleja del dolor y del desgarro. De no ser así no podríamos vivir añorando cada instante el contacto, la risa, los abrazos de nuestros muertos.

El valor del aquí y ahora, para mi es incalculable.. por eso no cotiza en bolsa.
Un abrazo de oso, de esos de paquita, te garantizo que sientan dabutem.
Lola

Anónimo dijo...

NOS DESPEDIMOS
CON UN CALIDO
BESO,
NOS MIRAMOS
ERA EL FINAL
DE NUSTRA HISTORIA
NUNCA EL DE NUESTRO
AMOR,
ME MIRO
LE MIRE
NUESTRO AMOR
ERA IMPOSIBLE,
LA VIDA Y EL TIEMPO
LO DECIDIO ASI,
ME LLEVARIA PARA
SIEMPRE
YO NUNCA LE
OLVIDARIA,
EL BESO TIENE SU
COMIENZO.
NUNCA SE SABE CUANDO
FINAÑIZA
ESTE FINALIZO
UN ABRAZO RAFA
MARINA MONTECRISTO

Anónimo dijo...

Para los encuentros de ese tipo,que, coincido con vosotros, bien merecen la pena del dolor que los acompaña, me proveeré de vestimenta que cubra mi frágil sensibilidad, que a momentos sea un poco coraza de "quita y pon",
así, cuando la distancia se torne en ciénaga y ahogo, cuando el mar abata con fuerza la delicada orilla de mi isla, podré resistir el vértigo de la ausencia

Un abrazo a todos/as

Anónimo dijo...

A CIRCE:

Entiendo que te protejas de esa manera, pero recuerda que para sentir la caricia del viento es necesario estar desnuda, aunque ello nos haga más vulnerables.

El encuentro distante, el encuentro que está condenado a no producirse, es, desde luego un tanto deseperante, de color malva atardecer, dulce y melancólico, pero, si estamos atentos, en el desencuentro también hallamos a nuestro lado, el susurro mágico de una voz amiga, que, sentimos aún a pesar de la física real, a nuestro lado

Un abrazo a todos/as
Buen fin de semana !

Anónimo dijo...

En fin, por no ser muy pesado y para que no se me vuelva a ir la olla, que yo no me conozco, sólo diré que el dolor de ese encuentro inacabado, a veces se busca y se busca sin descanso hasta que ya no quedan fuerzas. Y es que hay dolores que son también bálsamo.

Abrazos (de oso, por supuesto -de peluche-). Rafa.