"Y luego también es muy importante dejar patente que esta es la mayor epopeya de la historia marítima del mundo porque sentó las bases de la primera globalización del mundo."
Santiago de Colsa Trueba,
comandante del Juan Sebastián Elcano
Circunnavegainómanos del mundo
—y cuando digo mundo digo Imperio
pretérito, caduco,
ya tan venido a menos,
que donde antaño nunca se ponía
el sol, hoy cuando el sol
no brilla por su ausencia,
no es más, maldita sea,
que un himno cara al sol rememorando
ignominiosas tiempos de mazmorras y crímenes
perpetrados de espaldas al viento y las mareas...
Perdón por tan extenso
e incómodo paréntesis.
Como íbamos diciendo
o decíamos ayer:
Circunnavegainómanos,
podéis seguir tratando
de ocultar vuestro escaso
o nulo compromiso con el pueblo
tras el bombo y platillo
de gestas memorables
hundidas en la noche de los tiempos
—Elcano y Magallanes
merecen mucho más
que ser manipulados—,
o tras el populismo
de vuestra imperiofilia
de corte nacionalcatolicista,
reescribiendo con torpe
impudicia la historia.
Pero, por Alexander
von Humboldt y Herodoto,
¡un poco de respeto por los clásicos!
¿Cómo puede afirmarse,
sin al menos un tenue
rubor, que la primera vuelta al mundo
ha sido la más grande
epopeya naval de la historia del hombre?
"Ok, Houston, we've had a problem here".
Una década anduvo,
tras diez años de guerra,
navegando Odiseo
—qué epopeya la suya—
y habiendo de lidiar
con Escila y Caribdis,
cíclopes, lestrigones,
harpías y sirenas,
hasta tener de nuevo entre sus brazos
a Penélope en Ítaca.
Diez años deambulando,
ya sea historia, ya
tan sólo una leyenda,
por este mar que, treinta
y dos siglos más tarde, hemos mudado
en cloaca y cementerio.
Circunnavegainómanos,
el día menos pensado, Poseidón
os ha de castigar por vuestra afrenta.
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