lunes, 28 de octubre de 2019

Las tiendas de recuerdos (Parte primera). (Carlos Parejo)


Hace un siglo, las calles Sierpes y Tetuán o la Plaza de San Francisco y sus bocacalles fueron la dirección obligada para hacerse con unos bellos y elegantes recuerdos de Sevilla ciudad. Se trataba entonces de un turismo escaso en número y con predominio de las clases medias y aristocráticas.

Prestigiosas tiendas como Díaz ofrecían al Mundo una imagen de Sevilla ciudad, idealizada pero cercana a la que se vivía. Era la de los abanicos pintados a mano por artistas y pintores locales, porcelanas de La Cartuja o Lladró, cerámicas trianeras, reproducciones en miniaturas de cristos y vírgenes famosos o de los seises de la Catedral; castañuelas de madera y peinas de carey hechas artesanalmente; bordados y mantillas cosidos a mano; de color negro para Semana Santa, los funerales y la madrina de la boda. Y en color crema o blanca para las bodas, ir a los toros o a la feria.



Actualmente, constituye una rareza encontrarse tiendas que sean herederas de este estilo antiguo y tradicional de vender los recuerdos de la ciudad. Entre ellas, por ejemplo, Abanicos de Sevilla, en la Plaza de San Francisco.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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