No sé si el de Cataluña lo estará más o menos que otros, pero lo cierto es que los pueblos de España -o, al menos, una buena parte de sus ciudadanos- son pueblos oprimidos y que lo son más con cada día que pasa. Oprimidos por esas políticas que, denominadas de estabilidad, no son otra cosa que el desmantelamiento de lo social y el saqueo de lo público para engordar a las ya muy orondas mafias del totalitarismo empresarial y financiero. Oprimidos por el brutal recorte de derechos y libertades perpetrado por una banda criminal de corruptos de ideario nacionalcatolicista y sus palmeros de la rosa marchita en el puño y de las naranjas podridas y amargas. Oprimidos por una justicia patológicamente desigual según a quien se aplique. Por un sistema tributario dirigido a favorecer a los que más tienen en detrimento de los más humildes. Oprimidos por el patriotismo apestoso y barato de los grandes defraudadores fiscales, así como por el de aquellos que, como buenos compañeros de ideología o partido y aún mejores cristianos del Opus Dei de todos los demonios, les perdonan desde las más altas y carcomidas esferas del Estado sus deudas. Oprimidos. No lo olvide la izquierda. ¿Independencia? Sí de esta España.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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