A mi amigo Carlos Parejo, colaborador de mierda
El colaborador de mierda es un individuo que, con una dilatada experiencia y unos más que vastos conocimientos en su ámbito profesional, elabora, a cambio de una retribución ignominiosa por miserable, excelentes estudios o informes para las administraciones públicas o los innumerables institutos, agencias, fundaciones, consorcios, empresas públicas y etcétera de aquellas dependientes.
Pero no sólo a base de retribuciones miserables se hace un buen colaborador de mierda. Pera merecer el título de colaborador de mierda o, dicho de otro modo, para ser un colaborador de mierda pata negra cinco jotas, es preciso que, en relación a su estudio o informe, concurra otra circunstancia. A saber, que una vez que el trabajo en cuestión resulta publicado, la relación de supuestos participantes en su elaboración se configure del siguiente modo:
—En primer lugar, y acompañado de foto y misiva triunfal dirigida a los hipotéticos lectores, el ministro, consejero, diputado provincial o concejal de la cosa.
—A continuación una interminable retahíla de personajes que, como los citados en el apartado anterior, en muy contadas ocasiones llegaron o llegarán siquiera a hojear u ojear el estudio elaborado por el colaborador de mierda, entre los que figuran directores facultativos y científicos, asesores científicos, coordinadores técnicos y administrativos, responsables de equipos de investigación, patrocinadores, reprógrafos, parientes y allegados del Ministro, Consejero, Diputado Provincial o Concejal de la cosa y un largo etcétera, que verán de este modo incrementado su currículum y su cuenta corriente sin haber dado un palo al agua.
—Y, por último, en letra más pequeña, casi imperceptible, el colaborador de mierda.
El colaborador de mierda, el más importante, el imprescindible, pero siempre último y casi único eslabón de la mayor parte de los estudios financiados con dinero público.