viernes, 24 de junio de 2016

En agradecimiento a David Cameron


"Brexit, brexit, así gana el Brexit.

(Cameron se durmió, y el Brexit se lo llevó)"

Nada, finalmente, los pueblos del Reino Unido de la Gran Bretaña han decidido, con el voto de sus ciudadanos, abandonar la Unión Europea.

Y, de inmediato, han comenzado a caer las bolsas de valores de medio mundo. O del mundo entero. Algo lógico. Pero no porque una cosa —a modo de vínculo causa-efecto determinado por las misteriosas e imbatibles fuerzas del fatum— tenga que estar relacionada directamente con y tener como consecuencia la otra. No. Lo que sucede es que las bolsas de valores son, entre otros muchos, uno de los mayores instrumentos de extorsión de los que disponen las mafias del totalitarismo financiero para dominar a los pueblos del mundo e imponerles sus intereses tan injustos como espurios.

Y ha faltado tiempo para que comiencen a alzarse voces de reconocido prestigio —o de bien ganado desprestigio, según qué casos— valorando como un descomunal error la decisión tomada por los británicos. Y puede —o no— que sea cierto. Como no es menos cierto que todos y cada uno de los pueblos del mundo debieran ser siempre los protagonistas y responsables directos tanto de sus mayores aciertos como de sus más catastróficos errores. Para no declarar una guerra, para establecer políticas fiscales y, entre otros muchos asuntos, para decidir en compañía de quién y de quién no desean caminar hacia el futuro (y esto lo dice un internacionalista convencido; pero un internacionalista obrero, no del capital). Ese protagonismo de los pueblos sí podría ser considerado como algo muy aproximado a una verdadera democracia. No estas otras apologías más o menos encubiertas de la falacia y la opresión en las que la toma de decisiones en asuntos de peso —cómo no hacer mención en este punto al TTIP— se produce a espaldas de los ciudadanos y en provecho exclusivo de los grandes capos del capitalismo.

Dicen de Cameron que desde hoy no es más que un cadáver político. Yo así lo creo. De hecho acabamos de conocer la noticia de su dimisión. Pero lejos de terminar estas reflexiones haciendo leña del árbol caído, quiero hacerlo rompiendo una lanza en su favor. Porque si es cierto como así parece que ha muerto como político, hay que reconocerle y aplaudirle que lo haya hecho con dos ovarios, con las botas de la democracia bien puestas. Dando la voz al pueblo. Y dándosela en un asunto en el que la opción por la que apostaba tenía bastantes posibilidades de salir derrotada. Como así ha sucedido. Todo un acierto del conservador británico. Y una gran fiesta de la democracia para los pueblos del Reino Unido. Error o acierto en cuanto a las consecuencias de la decisión que estos han tomado, ya se verá con el tiempo. Pero acierto absoluto en cuanto a la esencia. Gracias, muchas gracias, David William Donald Cameron. A ver si de una puñetera vez vamos tomando ejemplo.

1 comentario:

Carlos dijo...

Ha sido coherente con lo que le pedían sus bases y no se ha hecho el gallego como otros. Buen análisis geopolítico.