lunes, 8 de febrero de 2016

Titeres (II)


“Los títeres se rebelan contra los titiriteros.”

José Icaria

En España hay personajes que son lo más. Y de lo más. Lo más abominable. Sujetos sin escrúpulos que, empeñados en mantener unas estructuras de poder corrompidas hasta el tuétano, se afanan en restringir las libertades del pueblo en tanto hacen la vista gorda y hasta fomentan el libertinaje, el más salvaje laissez faire de las élites de siempre, de las mafias de siempre, de todo aquel al que pueden considerar uno de los suyos. Y que siempre que les resulta posible, no dudan en utilizar la mera aparición de palabra ETA en cualquier contexto para, bajo la coartada del enaltecimiento del terrorismo, apelar a los más bajos instintos ciudadanos como herramienta con la que tratan de continuar manteniéndose sine die de esas estructuras corruptas que con sus actuaciones sin ética alguna mantienen. Los mismos que continuamente se rasgan las vestiduras ante presuntos delitos de los denominados de odio, apelando al odio —porque ETA mueve al odio y siempre les ha sido rentable—, en un intento desesperado y desesperante por desenterrar el fantasma de la banda terrorista e insuflarle nuevo aliento, en una utilización nauseabunda de sus víctimas. Unos sujetos enquistados como un carcinoma maligno en todos y cada uno de los poderes del Estado. Unos sujetos que, también ellos, y hoy, que por fortuna ETA prácticamente ha desparecido, más que nunca, son los terroristas.

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