viernes, 15 de enero de 2016

Érase que se era, en un país no tan lejano...

Las golpearon, detuvieron, juzgaron y, al cabo, condenaron por resistencia al abuso de autoridad. El notable gasto sanitario que supuso atenderlas de sus multiples lesiones fue considerado por el tribunal como agravante. Los agentes que las vejaron fueron condecorados con inusitado boato por el mismísimo ministro del Interior. Durante el proceso, en palacio, se estuvo diseñando, con todo lujo de detalles, la hoja de ruta a seguir para la asistencia de los monarcas a un congreso internacional sobre derechos humanos a celebrar en Riad. Y la omertá continuó imperando en las cloacas de las altas instancias del contubernio político financiero de aquel detestable Estado.

1 comentario:

Joaquín Galán dijo...

La hipocresía se ha apoderado de políticos e instituciones y ya actúan con tal naturalidad que hasta se extrañan de que haya alguien que lo denuncie...Hay que cambiar este país como sea.

Saludos.