Esta hija de un holandés errante y una bailaora flamenca afincada en Triana, cursó estudios de arte dramático y luego montó su compañía de teatro independiente. Fue un gran éxito. Y pudo comprarse un pequeño apartamento al ladito del Guadalquivir, donde gusta vivir en soledad.
Pero estalló la crisis. Y quedó en paro y sin recursos. Lejos de volver a la cueva familiar, aunque asfixiada por la penuria económica, representa cada día la tragedia de su vida con gran imaginación.
Al amanecer se viste su indumentaria de hippie trashumante y carga la mochila sobre sus espaldas. Luego va y se sitúa en medio del puente del Cachorro, que separa un extremo del barrio de Triana del centro histórico. Allí chapurrea en spanglish “Dinero I need arrive Portugal, por favor, please”. Y con su lastimera representación escénica consigue, casi nunca antes de la media tarde, su salario digno de mendiga. Es una de tantos mileuristas que llevan meses sobreviviendo como pueden a la tormenta de la crisis.
© Carlos parejo Delgado
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