lunes, 26 de noviembre de 2012

Rebelión


De un golpe sin piedad calló al arcángel
-gustaba meter hostias en la boca
de aquellos que locuaces y rebeldes
osaban cuestionar su tiranía.
Después pensó, colérico y maligno,
“no ha sido suficiente”, y le asestó
-no es cierto que los ángeles y arcángeles
sean seres asexuados virginales-
una brutal patada en los testículos
y le amputó las alas a mordiscos.
Y aquel pobre diablo, así, cayó,
callado y humillado, hasta estrellarse
contra un lugar a un tiempo edén e infierno,
donde tomó la forma de la sierpe.
Y en él, pasado un tiempo, dijo al hombre:
“No comas la manzana, tala el árbol
y haz con su leña un fuego, un gran incendio,
para que cuando advengan los ejércitos
de arcángeles armados de destierros
encuentren nada más tierra quemada”.

Ilustración: Michelangelo Buonarroti

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