lunes, 6 de septiembre de 2010

Tras los límites de un sueño


Hastiado de la parca realidad,
ya siempre tan monótona y vacía,
ansiaba cada noche soñarse otro en sus sueños.
Mas, terca e inclemente, la vigilia
con saña se oponía a sus deseos.
Maldiciendo el insomnio,
la luz de las farolas,
el canto de los grillos,
y aquel recuerdo estéril
que no lo abandonaba un solo instante,
mirando turbiamente al firmamento,
al cabo se rendía a la impotencia
y, henchidos sus sentidos de umbroso diazepam,
sin alas descendía hasta un abismo
vedado a la ilusión, la fantasía,
el tenue resplandor de un espejismo.
Después, con cada aurora, al despertar
del sueño sin ensueños de los fármacos,
de hastio y soledad, muy lentamente,
sin fe, seguía muriendo.

2 comentarios:

Paloma Corrales dijo...

"Se muere un sueño y ya es mañana.

Seguirás viviendo con elegancia
y el rumor de las olas ocultará tu sollozo;
un Orfidal mantendrá tu sonrisa lejana
y un verso morirá en tu garganta,
así, como un suspiro sin resistencia,
así, como si nada..."

Ha sido inevitable que me recordarás estos versos... Coincidencias.

Besazo.

Eleutheria Lekona dijo...

Me permito un boquete en el tiempo: vengo a leerte.