lunes, 20 de septiembre de 2010

La oruga sepultada

Envuelta cada noche en el letargo
Del útero narcótico del sueño,
En sus dorados mágicos diseño
Un vuelo que me libre del amargo

Y hostil dolor que acopio tras mi largo
Reptar durante el día. Vano empeño;
Al alba, en su prisión, ese sedeño
Afán no obró el prodigio. Sin embargo,

Persisto en la razón de mi embeleco,
Haciendo caso omiso a los escombros
Que pesan como un mar sobre mis hombros:

Debajo de la ruinas hay un hueco
Somero donde, herida remembranza,
Se obstina en seguir viva la esperanza.

4 comentarios:

MaLena Ezcurra dijo...

Me fascino en tus palabras, son mágicas!

Siempre hay un huequito con olor a esperanza.


Te abrazo amigo querido.



M.

Dolo dijo...

¿Por qué será tan tozuda la esperanza?¿Será que nos quiere proteger del tedio, del desencanto, del abandono, de la tristeza...?

Paloma Corrales dijo...

La tozudez de la esperanza es necesaria, no lo dudes.

Un beso.

Encarni Mejides dijo...

Precioso soneto, la esperanza siempre asoma por algún resquicio Poeta, por muchos que se quiera cerrarlo a cal y canto.

Más besos.