lunes, 14 de enero de 2008

Oh Luzbel, dame fuerzas


Mi mente, toda emoción sin encanto, se me ha roto en incontables pedazos. Me cuesta hilar ideas, urdir mensajes ya sin destino; me agoto en los arcanos del lenguaje y en el alma infinita de los números. No es que todo ya fuese dicho, es que no hubo nunca nada que gritar o susurrar, si acaso un quejido sin tímpanos. Es el corazón de los sinsentidos –mi corazón negro-. Yo ya no escribo para nadie, ni para mi mismo, me devoro en mis poemas. Me muero, me muero, me estoy muriendo. Puede el ansiado descanso tardar varios siglos o llegar en tan sólo un instante. Tictac. Aún sigo aquí, pero me sigo muriendo. ¡Cómo duele el morir lentamente de una vida desangrada en el pasado! ¡Cómo, con los ojos ciegos, con las manos rotas, con la voz gastada, sin el manto inequívoco de la música o de un suspiro celeste! Oh daga infame, yo te convoco a venir a contemplar el horror de mi agonía, a beber el veneno del instante de mi muerte. Oh Luzbel, llévame en cuerpo y alma a cambio sólo de un dolor distinto, que no puedo más con tanto hielo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡pero qué cacho Shakespeare estás hecho!
;)
Un beso.

Anónimo dijo...

No sé si quien ha escrito este ruego es el poeta mentirosillo o el poeta dramático o el no-poeta o el poeta...pero si me permite su autor, no puede ser cierto que "Me cuesta hilar ideas, urdir mensajes ya sin destino; me agoto en los arcanos del lenguaje y en el alma infinita de los números..."; porque si creyera que ésto es así, y la evidencia y el agravio comparativo me impide creerlo, una servidora tendría que cerrar su fábrica por falta de stocks.... :-)..

Besos envidiosillos...

Anónimo dijo...

Hay un dicho que dice:
Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad...
y en los momentos de desesperación pedimos deseos que quizás si los obtenemos, no nos complacerían tanto.

Anónimo dijo...

¿Cómo se escribe en morse no me estés tan tristón?