miércoles, 24 de octubre de 2007

El frío

“Reloj no marques las horas…”



Hacía más de seis años que no sabía nada de él; se marchó sin más, inesperadamente, esfumándose con la suavidad silenciosa con que lo hace una gota de rocío. Rebuscando entre los estantes de aquella vieja librería lo recordó sin saber porqué; en realidad lo recordaba muy a menudo, mucho más a menudo de lo que hubiese deseado. Y entonces vio su fotografía en la portada de un libro. Estaba mucho más viejo, parecía como si le hubiesen caído de golpe treinta años encima. Era un libro de poemas: “Tiempo perdido”. Instintivamente miró su reloj, y vio que continuaba parado.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡qué forma de enroscar la historia!
Sublime.

Imagino que la persona que somos o creemos ser, un día desaparece y somos completamente diferentes. Y cuando nos volvemos a encontrar vemos que nada ha cambiado.

((Jooooooooo Rafa, que dificil lo has puesto hoy, y no ha venido el señor cocodrilo pa dar pistas))

espero no haber metido la pata.

Besos :)

Anónimo dijo...

Si, maría, por ahí va la cosa. Sólo que sí había cambiado, tanto que se recordaba como otro, el que ya nunca podría volver a ser, aunque se recordaba anhelante.

Un beso.

Anónimo dijo...

Sigue la historia sin descanso, dando vueltas sobre sí misma. Es una larga serie desde que empecé a leerte. Las horas no pasan, pero el río sigue. Déjate llevar, descansa sobre él.
Un saludo

Anónimo dijo...

Tienes razón, mityu, en tu interpretación y en tu consejo. Anhelo dejarme acunar por las aguas de ese río, pero me atrapó un remolino y, por mucho que, cada vez más cansado, braceo y braceo, no consiguo liberarme.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

hay amores que nos dejan sin tiempo y que no se olvidan
me encanto como lo cuentas
que estes muy bien amigo, mil besitos


besos y sueños

Anónimo dijo...

Increíble...