Esperar el invierno
en ciernes procurando
no humillar la marchita
alfombra de hojas lóbregas
que guarnece las huellas
fútiles de lo andado.
Esperar, esperar,
estarse quedo al margen
con la única compaña
del recuerdo impostado
de una jauría de pájaros
sin fruto y un vergel
de flores sin plumaje.
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