"Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar."
Antonio Machado
Hablar de gobierno de perdedores es negar el pluralismo político. Es negar las virtudes de la negociación y el diálogo para la puesta en común de ideas a fin de llegar a acuerdos en provecho —esperemos que esta vez sí— del pueblo, de los pueblos de España. Es mearse en la Constitución y pretendernos hacer creer que diluvia. Hablar de gobierno de perdedores es de aquellos que se sienten perdedores en su afán sicario por seguir haciendo perder al ciudadano para que sigan ganando los de siempre, los adoradores de la diosa Codicia. Porque, tras varios gobiernos de ganadores, los pueblos de España no han hecho más que perder y perder más y más día tras día, tal vez haya llegado el momento —porque las urnas nos han ofrecido esta oportunidad— de experimentar —ya que algunos están utilizando el término de manera peyorativa— en la configuración de un gobierno mal llamado de perdedores, para ver si así por fin comienza de una puñetera vez a ganar el pueblo. Y se reducen las desigualdades y se incrementan los derechos y libertades de los españoles. Y al fin, tras tanta transición fallida, se puede incluir en el diccionario político de España la palabra Futuro. Y si la cosa falla, que tampoco tiene porqué, al menos se habrá intentado.
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