Cualquier coartada falsa es buena. Ahora, el terrorismo islamista.
Porque ellos, pese a que de cara a la opinión pública se muestren con
frecuencia como enconados adversarios, siempre han sido y siempre serán
hermanos, grandísimos hermanos, de métodos e intereses en lo criminal y lo espurio; siempre
han necesitado y siempre necesitarán, para justificar su sinrazón de ser
y mantener sus indecorosos e inaceptables privilegios, crear enemigos
entre los pueblos a los que, con desvergonzado cinismo, dicen servir; siempre fabricar amenazas para luego aparecer como adalides de la seguridad ciudadana.
Ayer todos fuimos Charlie Hebdo, y hoy comenzamos a ser Guadalix de la
Sierra. O Truman, el del Show, representando una vida ficticia sin
saberlo, bajo la atenta y vigilante mirada del Gran Hermano. Sólo que, en
cada vez más numerosas ocasiones, muy lejos del confort de la isla de
Seahaven. Y, con la excusa de brindarnos protección, nos someten a un
control y una vigilancia asfixiantes y obsesivos: cámaras por doquier, en
la calles, en el baño, hasta en el ano, sometiéndonos a una
desagradable y permanente colonoscopia. ¿Por doquier? Bueno, no, todo
tiene sus excepciones. Así que ni se le ocurra gravar a una bestia de
uniforme pateando los huevos a aquellos que aún osan protestar y luchar
por sus derechos y los de todos: probablemente estará usted cometiendo
un delito.
No obstante, en vista de la acelerada deriva hacia el Armagedón a la que se haya sometido, en este presente cargado de pretéritos, el mundo, habrá que convenir que un Gran Hermano es hoy más necesario que nunca. Pero un Gran Hermano VIP tanto orwelliano como televisivo. Para mantenerlos permanentemente vigilados y aislados. A ellos, los que declaran guerras humanitarias para esquilmar a aquellos a los que dicen ir a defender; los que imponen tratados comerciales –como el TTIP- para beneficio de las mafias del totalitarismo financiero y en detrimento de los pueblos; los que permiten morir a enfermos de malaria o hepatitis C para mayor gloria de las multinacionales farmacéuticas; los que, en su infinita codicia, arman e instruyen al terrorismo; los de las puertas giratorias; los patriotas de cuentas corrientes en paraísos fiscales; los del puedo prometer y prometo y, donde dije digo, digo Diego…
Y sin nominados. Todos en la casa de Guadalix para los restos. Que para estos perros rabiosos no existe rehabilitación posible.
No obstante, en vista de la acelerada deriva hacia el Armagedón a la que se haya sometido, en este presente cargado de pretéritos, el mundo, habrá que convenir que un Gran Hermano es hoy más necesario que nunca. Pero un Gran Hermano VIP tanto orwelliano como televisivo. Para mantenerlos permanentemente vigilados y aislados. A ellos, los que declaran guerras humanitarias para esquilmar a aquellos a los que dicen ir a defender; los que imponen tratados comerciales –como el TTIP- para beneficio de las mafias del totalitarismo financiero y en detrimento de los pueblos; los que permiten morir a enfermos de malaria o hepatitis C para mayor gloria de las multinacionales farmacéuticas; los que, en su infinita codicia, arman e instruyen al terrorismo; los de las puertas giratorias; los patriotas de cuentas corrientes en paraísos fiscales; los del puedo prometer y prometo y, donde dije digo, digo Diego…
Y sin nominados. Todos en la casa de Guadalix para los restos. Que para estos perros rabiosos no existe rehabilitación posible.
1 comentario:
¿Estás ecribiéndolo en el pabellón de deportes de Sevilla, mientras escuchas a los de PODEMOS?
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