El enemigo se halla adentro. Ocupa,
rodeado de murallas
invisibles y perros
rabiosos de uniforme, el centro opaco
del círculo. Al compás
de himnos huecos y espurios
y banderas robadas,
desfila por las calles
con las botas marciales
del miedo y la injusticia,
pateando, pisoteando,
segando, donde pisa,
la hierba para siempre. Se alimenta
de sudor, sangre y llanto,
y engorda, como un cáncer,
mirándose con ojos
de grotesco Narciso
la bolsa y el ombligo,
en tanto va expulsando
lo mismo que una sierpe,
aun cuando permanezcan
en su interior, los huesos
y el alma condenada
en vida de sus víctimas.
El enemigo se halla adentro. Sólo
podremos derrotarlo
desparramando el círculo,
horadando, abatiendo
la sinrazón de ser
de la circunferencia.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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