Encerrado en una habitación cerrada a cal y canto en la que hubiésemos -exceptuando bichejos microscópicos imperceptibles para un ojo humano corriente, que a ver cómo nos libramos de ellos para el desarrollo de esta afirmación teórica, así como algún que otro posible espécimen del reino vegetal situado allí de manera intencionada y con más que evidentes fines decorativos-... Repito -y perdón por tan largo paréntesis-: Encerrado en una habitación cerrada a cal y canto en la que hubiésemos 101 seres vivos, a saber, 100 homínidos y un mosquito, puedo asegurar que sólo podrían darse dos bienaventuradas circunstancias en las que, sin segar una vida, no acabaría repetidamente vampirizado con carácter exclusivo por el molesto insecto: siendo el culícido un inútil y estúpido macho libador de néctar, o yo una puñetera hembra hematófaga. Pero dejémonos ya de monsergas y desarrollos teóricos sin interés alguno ni sentido; acaba de caer la noche y voy de caza.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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