miércoles, 6 de noviembre de 2013

Banderín de enganche (Agustín Casado)

Ocurrió allá en el dos mil
en la caja de reclutas
y ocurría con frecuencia.
Delincuente juvenil,
un elemento de aúpa
amigo de la pendencia,
navajero, abyecto, vil
la moral mas disoluta,
de su madre penitencia
y habitual en Alhaurín
es Juanillo “El Cagarrutas”,
extraviada adolescencia,
estrábica mirada ruin
de las que al mirar enlutan.
Cumplió su comparecencia
porque la Guardia Civil
llevó esposada su enjuta
chulería allí a presencia.
De la quinta del dos mil,
se niega a cambiar su chupa
por el caqui que Intendencia
se empeña en que sí o sí
se ponga este hijo de puta.
Con resignada paciencia,
sabiendo qué va a decir,
el sargento le pregunta
que manifieste en esencia
qué razón quiere argüir
para apoyar su presunta
o declarada disidencia.
Se rasca la cicatriz;
la mirada cejijunta
de un asesino en potencia,
malencarado y hostil,
al instante se transmuta
apagada su violencia
y con gesto corderil
se convierte en absoluta
candidez e inocencia
cuando dice en querubín,
eso sí, después que eructa,
“por ojesión de consensia.
No puedo yo cogé un fusil,
me lo impiden mis creencias”

Hace ahora una semana
sorprendiome una mañana
ver qué poca concurrencia
la del paro registraba
y en cambio qué efervescencia,
qué afanes, cuánta urgencia
en la gente que se afana
y en cola con impaciencia
da la vuelta a la manzana,
trepar quiere las ventanas
de las viejas dependencias
donde antaño se alistaban
los quintos por obediencia.
Tiene toda la apariencia
que hubieran tocao diana
llamando a la resistencia
y a rebato de campana
la madre patria los llama
a salvar su independencia.
Toda una avalancha humana
responde con diligencia,
y monta marcial jarana
que llega hasta la tangana.
Y presos de la demencia
acuden a la llamada
por si da la coincidencia
que les cae la providencia
de mil euros de soldada
que mejoren su existencia,
una venerable anciana
que alega fue miliciana
durante la resistencia
y de alma republicana,
uno que con vehemencia
defiende que a las potencias
les haces frente y se cagan,
un bravo euskaldún de Plencia
para quien la independencia
es que le den una paga,
quien reclama preferencia
que la mili hizo en paracas,
el niño de la tía Paca,
naranjeros de Valencia
pa’artilleros con su traca,
los parias de la indigencia,
mil moritos, más sudacas
que reclaman ser la herencia
de Alvár Cabeza de Vaca
y por tanto cepa hispana,
morenos que están sin blanca,
magistrados de la Audiencia
que tuvieron la imprudencia
de meterse con la banca,
mineros en excedencia
con su pico y con su pala,
lumbreras, eminencias
hoy cesantes de la ciencia,
el becario y la experiencia,
lo más noble y la canalla,
náufragos de la existencia,
las mejores referencias,
uno de metro cincuenta
que confía en dar la talla,
y afirma que la apariencia
ya se sabe cómo engaña.
Y dispuesto a la batalla,
aquel reo de mil sentencias
delincuente juvenil,
un elemento de aúpa
amigo de la pendencia
y habitual en Alhaurín,
el Juanillo “Cagarrutas”,
redomado hijo de puta,
apóstol de la violencia
con una mirada ruin
de las que al mirar enlutan,
a quien por las apariencias
ya sus estrictas creencias
no parecen impedir
agarrar ahora un fusil.
Ex objetor de conciencia,
un Rambo de conveniencia,
Chuck Norris de Perejil.


Texto e ilustración: Agustín Casado

1 comentario:

Anónimo dijo...

Texto muy bonito y versado. Hemos vuelto a los siglos XVI al XIX, cuando ser militar era el único oficio rentable para parados y otros desesperados