1962: Su mamita, después de agitar frenéticamente el termómetro, se lo ha puesto a Juanito con gesto serio de preocupación. A los cinco minutos ha vuelto a mirarlo. Tiene 40 de fiebre y lo manda a la cama. Una cama que tiene ahora dos mantas más que le pesan lo indecible. Le coloca una botella de agua caliente bajo las sábanas para que no se le enfríen los pies; y, por si fuera poco, lo embute en una bata, una bufanda y un gorro de dormir. Por la mañana se despierta con un pesado sopor. La casa está silenciosa y se vuelve filósofo: ¿Qué dirán sus compañeros y profesores al ver su pupitre vacío? Llega mamita. Primero le da una cucharada de jarabe. Luego le friega el pecho y la espalda con el ungüento Vick vaporub. Desprende tanto olor que Juanito se imagina que es un caramelo de mentol. Seguidamente le sienta y le tapa la cabeza con una toalla para que haga aspiraciones del vaho que desprenden las hojas de eucaliptus vertidas en una palangana con agua hirviendo. Así, seis veces al día durante toda la semana hasta que sana. ¡Cómo le ha cambiado la rutina todo ese tiempo¡
2012: Juanito junior viene de la escuela con un catarro de tres pares de narices: Nunca mejor dicho. Su madre le pone el termómetro y éste empieza a pitar desaforadamente como si fuera un frigorífico abierto. Tiene cuarenta de fiebre. Se va con él al servicio de urgencias del centro médico. Vienen cargados con un montón de cajas de jarabes y antibióticos, igualito a como si hubieran ido a las rebajas de El Corte Inglés. Juanito junior tiene el privilegio de estar sentado en el sofá de la sala de estar todo el día siguiente. Viste su chándal favorito y lo envuelve una calefacción con temperatura de país tropical. No para de distraerse con sus videojuegos, aunque con frecuencia ve dobles a los personajes de sus aventuras. Y no sabe si esas extrañas visiones son un efecto secundario de tantas medicinas, que vaya subidones que le dan, o de la fiebre o de tanto calor. Al segundo día se siente fenomenal y vuelve a la escuela.
(¢) Carlos Parejo Delgado
1 comentario:
Antes del "Viks" se nos acostumbraba a poner en el pecho una bayeta calentada en el horno de la cocina económica (de carbón) y empapada en mostaza.
De todos los modos, una gripe siempre se ha dicho que dura siete días si no te medicas y una semana si te medicas.
Saludos y un abrazo.
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