miércoles, 4 de septiembre de 2019

Cinco o diez minutos


¿Cuántas veces lo habremos escuchado? Además, en alguna que otra ocasión, en tono de reproche, como culpabilizándonos de esa posibilidad. "Si se repiten las elecciones, no creo que vuelva a ir a votar, me da mucha pereza". Bueno, no votar es una opción tan válida como hacerlo. Pero los falsos argumentos dictados por la necedad iterativa de lo absurdo dejan siempre en evidencia al que los usa. "¡Cuánta pereza!, dicen. Como si para ir a votar tuviesen que armarse de pico y pala y casco de minero con lámpara led un mes antes de la fecha elegida para los comicios y sudar de lo lindo para abrir un túnel subterráneo desde su domicilio hasta el colegio electoral y, una vez allí, levantar a riñón una pesada y enorme "papeleta" de plomo de un quintal métrico para, con la ayuda de Dios y mucha suerte, alcanzar a introducirla en la urna. Cinco o diez minutos: un paseíto, una breve charla con un vecino con el que coincidimos, cabina y, ¡zas!, canasta al borde del aro. No sé necesita más. ¿Pereza? Diligencia intelectual, señores. Para votar o no hacerlo. Que esto no es como el agua que cae del cielo sin que sepamos bien cómo lo hace.

1 comentario:

Carlos dijo...

Tienes toda la razón del globo terráqueo. El que no vota es porque no le da la gana