sábado, 31 de enero de 2015

La caza

Cuando me hice mujer,
y usaba camisetas
y mallas ajustadas
por sentirme más cómoda
con tal indumentaria,
los hombres comenzaron
a mirarme las tetas
y el culo con lascivia.
Yo, sabiéndome sexy
a reventar, trataba
de tolerar que aquellos
salidos me mirasen
como a una perra en celo.
Pero nunca logré
soportar de buen grado
que tan sólo uno de estos
capullos perpetrara
la estúpida osadía
de atizarme un cachete
en mis nalgas de acero
—cuatro horas de gimnasio
seis días a la semana—
para luego, cobarde,
huir como un conejo.
Es cuando comenzaba
la caza. Los seguía,
implacable, al galope
pero a cierta distancia
y, cuando estaban muertos
de cansancio, saltaba
sobre ellos como un tigre
y, a golpes de cuchillo,
les arrancaba el alma.
Llegué a perder la cuenta
de cuántos sucumbieron
de este modo. Decenas;
puede que, en ocasiones,
más de un ciento por año.
No penséis que lo hacía
por venganza; fue el único
modo que encontré, entonces,
de defender mi honra.
Pero algo fue cambiando
con el paso del tiempo
y acabé por hacerme
adicta a sus lamentos,
a su miedo, a sus súplicas
de blandengues nenazas.
Así que hoy que ya cuento
los cincuenta de largo
y, aunque conservo un cuerpo
tan fuerte y atractivo
como el de entonces, uso
prendas más recatadas,
y, por lo tanto, es raro
que venga un gilipollas
a sobarme las nalgas,
todas las noches, presta,
salgo cuchillo en mano,
a la caza de algún
memo desprevenido
a fin de apuñalarlo.

De lo radical

Dijo en su día Monseñor Helder Cámara: "Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista." Pero eso fue antaño. Hoy, sólo por querer alimentar a los pobres, lo llamarían, peyorativamente, radical y populista. Y hasta antipatriota y terrorista.

viernes, 30 de enero de 2015

El otro misterio de la transubstanciación

De como la Diputación Permanente del Parlamento de Andalucía ha pasado a ser, como por arte de birlibirloque, Dimputación Permanente.

L'Andalousie c'est moi.


Ha declarado Susana Díaz, Presidenta interina de la Junta de Andalucía, que durante la campaña electoral en ciernes, sólo se ocupará de acercarse a los "andaluses" para manifestarles "LO QUE QUIERO". ¿Cómo? ¿Lo que quiere? ¿No sería mucho más correcto desde el punto de vista democrático hacerlo para interesarle por lo que necesitan? Sí, sin duda, como ya ha sido dicho, un modo sumamente bonapartista de entender la democracia.

Ilustración: Napoleón Bonaparte atravesando los
Alpes ó en el Monte de S.Bernardo, de J.L. David

Ineptabilidad (según el dicccionario de la jerga susaniana)

ineptabilidad

f. Habilidad de los ineptos para llevarse el gato al agua a base de ponerlo todo en tenguerengue.

jueves, 29 de enero de 2015

Campanas al vuelo

—Después de un largo tiempo sin motivos
para albergar la más nimia esperanza,
por fin algo parece estar cambiando.
Lo de Syriza en Grecia, compañeros,
podría ser origen de otra Europa, una Europa
más libre y solidaria: la Europa de los pueblos.
Pero aún no conviene —el enemigo es fuerte—
que echemos las campanas
al vuelo...

             —¿Las campanas
al vuelo? ¿Qué campanas?
¡Hasta eso se han robado, compañero!

Pollo a la mujer (Agustín Casado)

(receta)
 
Si me pedís una receta
Yo, mis amigos, les juro
me ponen en un apuro
pues que tales papeletas
las extiende, me figuro,
me parece a mí, aventuro,
si le enseñas la tarjeta
el médico del seguro.
Mas si al hablar de recetas
se refieren mis colegas
a un asunto de cazuelas,
no a un menú de medicinas,
ni me meto yo en harina
ni me arrimo a la candela.
Los negocios de cocina
eran cosa de mi abuela;
soy de un tiempo –vaya tela-
en que tales disciplinas
no se daban en la escuela
ni eran cosa masculina;
te podía caer encima
ser tenido por parguela,
ser, no Agustín, Agustina
-mira qué nena tan fina-
y eso era un dolor de muelas.
Y hoy qu’el que no corre vuela,
que los machos tós cocinan,
como el que pinta o modela
como en las artes más finas,
por inspiración divina,
tengo una envidia cochina.
Y eso me ha dejao secuelas
pues no sé como se pela
un huevo duro de gallina
ni distingo una lubina
de unas coles de Bruselas.
Al pensarlo m’enfurruño
mas alivio mi infortunio
poniéndole sordina;
maestro soy de una cocina
que es también de nuevo cuño:
la especialidad latina.
Si tienes un hambre canina,
y solo te has quedao en el piso,
y anoche te acabaste el guiso,
y te empieza a ser cansina
ya la dieta de bocatas,
y no queda ni un chorizo,
ni sabes pelar patatas,
recurre a mi maña innata:
mi especialidad latina;
no conozco otra cocina
ni más rica ni inmediata,
ni más fácil ni barata,
ni –paradoja, tú alucina-
que te dé menos la lata.
Yo me siento el rey del mundo,
salivando ante la cata,
cuando con la manga bruño
la de Litoral y empuño
con la mano el abrelatas.
Pero como no todo va a ser
cocina creativa de autor
yo conozco, sí señor,
una tradicional también.
No piensen que no soy quién,
puede que me falte un hervor
como pinche o como chef,
pero es mi reino el comedor
y maestro soy del tenedor.
Aunque digan que es secreta
voy a daros la receta
y disfrutadla, qué puñeta.
Búsquense lápiz y papel
los que mean por la bragueta.
Se llama “pollo a la mujer”.
Primero los ingredientes:
Un pollo, por ser coherente,
fundamental la mujer,
la tuya si puede ser,
condimento que condimente
y supongo que una fuente.
Y ahora la preparación:
introdúzcanse a mogollón
en la cocina, el recipiente,
con la señora y el capón
y ciérrese bien la puerta.
Tú vete a dar una vuelta,
o a leerte el Marca en el sillón
que está la liga muy incierta.
A la media hora, atención,
mantén el olfato alerta,
esa tu nariz experta
te avisará por el olor
que ya está listo ese esplendor.
Y por la puerta entreabierta
te llegará también una voz:
¡Venga, a sentarse mi amor,
que ya está la mesa puesta!


Texto e ilustración: Agustín Casado

miércoles, 28 de enero de 2015

Márkaris, Kostas Jaritos, la crisis y la alegoría

Petros Márkaris y su "Trilogía de la crisis" me han hecho reconciliarme con la narrativa. Y no tanto por suponer una lectura fácil —que no superficial— y amena, como por su manera directa y sin tapujos de dibujar la sociedad griega de este principio de siglo XXI, así como por el análisis certero que realiza acerca de las causas que la han llevado a la nada halagüeña situación actual y, sobre todo, por las propuestas que, leyendo entre líneas, se vislumbran en sus letras como imprescindibles para la superación de la crisis en Grecia. Porque la trilogía de Márkaris constituye una sustanciosa alegoría y una furibunda crítica política.

Así, si bien los asesinatos que, con su buen hacer policial, desentraña el comisario Kostas Jaritos, son perpetrados contra lo que podríamos denominar víctimas desde la óptica de una novela policíaca, en el terreno de la alegoría tienen por objeto a los más crueles verdugos. Aquellos verdugos que, con su codicia, terminaron condenando a la miseria al pueblo griego. En "Con el agua al cuello", son la banca y los poderes financieros; los millonarios que mediante todo tipo de argucias se las arreglan para tributar muy por debajo de lo que les corresponde, en "Liquidación final"; y, por último, en "Pan, educación, libertad", aquellos estudiantes que en 1971 se rebelaron contra la dictadura militar en los denominados "Hechos de la Politécnica", y que bien pronto traicionaron el espíritu de aquella rebelión para medrar con operaciones opacas ajenas a la legalidad en ámbitos políticos, sindicales y económicos, como el de la construcción, y convertirse en una nueva élite de insolidarios acomodados. Una semblanza esta, por otra parte, a la que no somos ajenos en España.

Al principio de "Liquidación final" aparece, desconozco si de la mano de Márkaris o de la de TUSQETS Editores, la siguiente advertencia: "Se desaconseja cualquier imitación de los hechos narrados en esta novela." Pero Márkaris, en su trilogía, nos está proponiendo todo lo contrario: no mediante el asesinato ni la violencia, pero sí de manera pacífica y democrática, se hace imprescindible acabar con todos estos verdugos, con todos aquellos que acabaron enriqueciéndose mediante prácticas corruptas a costa del empobrecimiento del pueblo, para salir de la crisis.

Esperemos que Alexis Tsipras tome buena nota de las enseñanzas de Márkaris. Y que lo mismo hagan en España las fuerzas políticas emergentes que, esperemos, acaben derrotando al bipartidismo corrupto que venimos sufriendo desde los principios de nuestra escuálida y agonizante democracia.

Falsedad bien ensayada

Los carnavales, y en particular los de Cádiz, como expresión del sentir popular, puede que hace ya mucho vengan siendo las fiestas más hipócritas del mundo. Mucho despotricar sobre el escenario del Falla contra aquellos que llevan media vida jodiendo al pueblo, para luego, a la hora de la verdad, cuando llega el momento de poder y deber reprobarlos, no hacer otra cosa más que ratificarlos. “Teo, Teo, Teo, hasta el nombre lo tiene feo”. Ya lo cantó la Lupe: puro teatro.

martes, 27 de enero de 2015

Geometría de la patria

El enemigo se halla adentro. Ocupa,
rodeado de murallas
invisibles y perros
rabiosos de uniforme, el centro opaco
del círculo. Al compás
de himnos huecos y espurios
y banderas robadas,
desfila por las calles
con las botas marciales
del miedo y la injusticia,
pateando, pisoteando,
segando, donde pisa,
la hierba para siempre. Se alimenta
de sudor, sangre y llanto,
y engorda, como un cáncer,
mirándose con ojos
de grotesco Narciso
la bolsa y el ombligo,
en tanto va expulsando

lo mismo que una sierpe,
aun cuando permanezcan
en su interior, los huesos
y el alma condenada
en vida de sus víctimas.
El enemigo se halla adentro. Sólo
podremos derrotarlo
desparramando el círculo,
horadando, abatiendo
la sinrazón de ser
de la circunferencia.

Epigrama

Los peores enemigos
de los pueblos
siempre han sido y serán los salvapatrias.

lunes, 26 de enero de 2015

Escenas sevillanas (15): No volveré a pisar aquellas alamedas de lo que fue la Sevilla Ilustrada (C. Parejo)


Corría el siglo dieciocho: Las autoridades municipales ilustradas sentían agorafobia en la compacta Sevilla amurallada. Para hacerla más higiénica desecaron una gran laguna y la convirtieron en aristocrático lugar de paseo y citas. Así nació la Alameda de Hércules, hoy caricatura postmodernista de lo que fue. Su espacio rival fue una gran alameda triangular –El paseo y los jardines de la Infanta Cristina-. Se extendía desde la Puerta de Jerez al actual Palacio de San Telmo y hasta la Torre del Oro. Entre el siglo diecinueve y las primeras décadas del siglo XX las alamedas ostentaron el cetro del arbolado urbano. Se prolongaron por las rondas de su antigua muralla, por las riberas del Guadalquivir, adornaron las principales vías de entrada al centro urbano, y lo comunicaron con las estaciones ferroviarias de Cádiz y Córdoba o con los caminos a pueblos próximos.

Sin embargo, en las últimas décadas la presencia de los álamos disminuye alarmantemente, se los ve en cada vez menos calles y plazas. Los ecologistas frenaron la desaparición de la Alameda de Hércules para albergar a cambio un gran aparcamiento subterráneo, pero no siempre pueden impedir otros pequeños y sucesivos desmanes. Los alcaldes arboricidas se justifican con que sus grandes y viejas ramas accidentan a los transeúntes en época de temporales y turbiones. También argumentan que sus profundas y largas raíces destrozan esa inmensa cantidad de cables y tuberías que hay bajo las aceras, o que no dejan sitio para los aparcamientos y los carriles-bici.

¡Alamedas sevillanas¡ Aquéllas que cuando los días se acortan y viene el frío ven caer sus hojas y cómo sus desnudos troncos semejan parduzcos y retorcidos esqueletos vegetales. Luego, cuando se alargan las horas de luz y calor, las alamedas renacerán. Forman, entonces, un tupido manto bordado de encaje vegetal que apenas deja ver los edificios aledaños. Bajo sus copas el ambiente de las calles es más fresco y sombreado que alrededor. Estas alamedas sevillanas, contempladas con sosiego, sorprenden por el alegre colorido verde amarillo de sus haces de hojas que tamizan los rayos solares, o cuando eres testigo de su ligero temblor, como el susurro de un arpa, al sacudirlas la mano de una suave brisa.

(¢) Carlos Parejo Delgado

domingo, 25 de enero de 2015

La araña

“Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos”

Alejandra Pizarnik

La jaula se ha cerrado
como una flor carnívora sobre una mariposa
monarca o un billete
de metro al paraíso.
La jaula se ha cerrado y es de noche
y, en el puerto, los barcos zozobran en la calma
de una mar que agoniza con las olas podridas.
Se ha perpetrado un crimen –un suicidio-
en tanto murmuraba una gramola
una canción francesa
de sueños que no fueron y abandonos
en tiempos de posguerra y amor frío.
La jaula se ha cerrado y me pregunto
–con este afán malsano por cuestiones retóricas-
si no soy yo la jaula y a un tiempo el prisionero
cerrándome, asfixiándome, tejiendo
con finísimos hilos el sudario y la trampa.
La jaula se ha cerrado como un puño
o un corazón cansado y en su centro
ha anidado el vacío.

Sexo, mentiras y pactos jodidos

Con las erecciones anticipadas, siempre se corre el riesgo de que el asunto acabe en eyaculación precoz.

sábado, 24 de enero de 2015

La orfandad

Mamá me regaló un pollito. Ella quería estar alegre y hacerme muy feliz. Y llevarme algún día a ver el mar. Pero el mar había muerto con papá y los abuelos. Por eso siempre que podía, me traía un regalo. Grillos y hierbabuena y miel de fénix, que robaba a los perros. Y aquel pollito lila. Después murió de gripe y pena.

The Incredible Shrinking Man (2ª parte)

Según la rumorología patria, Universal Pictures tiene en proyecto producir, casi seis décadas después de la original, una segunda parte de "El increíble hombre mangante", ambientada, cómo no, en España. También se rumorea en los mentideros cinematográficos que el comienzo de la grabación se está retrasando por los muchos candidatos existentes en la sufrida piel de toro para asumir el papel estelar. Desde el entorno de Luis Bárcenas, también conocido entre sus más íntimos amigos como "El Cabrón", se nos ha asegurado que el susodicho ya ha rechazado una sustanciosa oferta económica de los Universal Studios para protagonizar el filme, y que... Ah, ¿que era menguante y no mangante? Pues vaya.

viernes, 23 de enero de 2015

El banquete

Nunca podré olvidar el día en que murió el abuelo. Fue después del expolio, y eran tiempos de desespero y hambre. Salió muy de mañana, en busca de raíces y tallos comestibles. Poco después la abuela lo halló en una cuneta, con un tiro en la nuca.

Mejor será mentir y contar a las gentes de la aldea que ha desaparecido —dijo el tío Roque en tanto transportaba el cuerpo a la fresquera.

Con más hambre que pena, aun siendo está infinita, un infierno después le pregunté a la abuela:

—¿Qué habrá para almorzar?

—Solomillo de abuelo al horno —me respondió entre lágrimas.

Vórtice

La muerte, esa entelequia
ubicua, va arrancándonos,
golpe a golpe, pedazos
de vida. Hasta que, un día,
nos muerde el corazón
y todo acaba y somos
por un tiempo, sin ser
ni haber sido, un pedazo
de vida que la muerte
arrancó a los que aún siguen
sumidos en la vida,
esta espiral terrible
con término en la nada.

jueves, 22 de enero de 2015

Estabilidad (según el diccionario de la jerga susaniana)

estabilidad

1. Que se haga en todo momento y lugar lo que YO ordene y mande.
2. Que nadie caiga en la tentación, por muchos presuntos desmanes que pudieran atribuírseles, de tratar de que se investigue a los míos (1)
3. Ralentizar, para evitar que puedan llegar a ser aprobadas, todas aquellas leyes que no complazcan a los míos (2), así como a aquellos que mueven los hilos.
4. Visitar con la baba caída a dictadores, pero evitar a toda costa que los socios visiten, con la intención de ayudarlo, algún pueblo oprimido.
5. ¡Que voooooooy, dejadme paso!
6. Espejito, espejito... (y, ay, si al espejo le da por responder que el hombre casi sin vocales, Pdro Snchz.

(1) Pronombre utilizado aquí con evidente y muy exclusivo sentido posesivo.
(2) Ver nota al pie anterior.

Atarazanas (Agustín Casado)

Huele a esparto, a pasas, y a tisanas,
a uva de moscatel en damajuana
desde allí, de la Alameda en Casa Guardia,
a churros de Casa Aranda y a fulanas.

Putean a las putas de calle Camas
los chaveas. “Más puta será tu hermana”,
no me veas qué pregón el de las damas,
cosa fina las gachís, canela en rama.

El doctor no-se-lee-cómo-se-llama
anuncia en un anuncio en su ventana
que entre él y la penicilina sanan
blenorragia, sífilis, y almorranas.

La tartana de Cómpeta y Periana
abaja catetos de punta en pana.
Lentejuelas de plata las escamas


por los suelos del pescao de esta mañana.
Mercado de Atarazanas. Málaga
es más moruna aquí que en la Alcazaba.


Texto e ilustración: Agustín Casado

miércoles, 21 de enero de 2015

Le cirque

Una mañana de domingo, mamá se puso su vestido rojo —iba preciosa— y nos fuimos al circo. Yo no había visto nunca nada igual. "No es un circo cualquiera —me dijo, complacida, al vislumbrar mi asombro—; vienen del sur de Francia, y han hecho varías giras por Europa."

Durante su actuación, el mago me sacó a la pista, e hizo nacer de mis cabellos, hadas, jilgueros, ninfas y libélulas. Cuando volví a mi asiento, mamá cogió de mi bolsillo, un papel que, pensé, había llegado allí, llevado por un duende de la magia. Lo leyó varias veces —como memorizándolo— para, luego, entre lágrimas, hacerlo pedacitos y tragárselo. "No te preocupes —dijo, al ver también mis ojos henchidos por el llanto—, que son buenas noticias y lloro como nunca de alegría. Yo no llegué a entender lo que pasaba. Pero ahora, recordándolo, sospecho que mamá jamás probó manjar tan exquisito.

D-ja-T

¿Por cuánto tiempo tendremos los peatones que llevar colgada la "L"?

¿Deberemos pasar la ITV?

¿Estaremos obligados a cargar en todo momento y lugar con un par de triángulos homologados por si sufrimos una torcedura o cualquier otro tipo de avería en la vía pública?

martes, 20 de enero de 2015

El mundo de hoy en día es peligroso...

El mundo de hoy en día es peligroso.
Hay un sinfín de modos
distintos de morir
de forma prematura y espantosa.
A quién le cabe duda, por lo tanto,
de que resulta urgente
ocuparse en hacerlo
un lugar más seguro.
Pero que no os engañen:
Es mucho más difícil e improbable
morir a consecuencia
de un inicuo atentado terrorista,
que perecer jodidos
en un conflicto bélico
tildado, cómo no, de humanitario,
o a manos de la Troika.

La trama



Hubo una fiesta de disfraces. Una excepción —según dijo el alcalde— fruto de la benevolencia del Jefe del Estado, que años atrás, tras terminar la guerra, había prohibido al pueblo, la alegría y las máscaras. Era el mes de febrero y hacía miedo y frío. De los montes bajaron, tocados con capucha, los proscritos, con la esperanza de encontrarse con sus seres queridos. Tres días después, al alba, murieron fusilados, tras sufrir un sinfín de espantosas torturas.

lunes, 19 de enero de 2015

Escenas sevillanas (14): La palmera solitaria (Carlos Parejo)


Sevilla, al modo de Palestina, quiso ser una ciudad de palmeras allá por el novecientos. Éstas compartieron su cetro vegetal con los naranjos durante muchas décadas. A ellas les pertenecían las plazas y avenidas más señeras y los jardines recoletos. Las del Alcázar aún recortan el perfil de sus cielos, como en los cuentos de las Mil y Una Noches, con su elevadísima altura y su talle anoréxico.

Pero, al modo de las plagas bíblicas, las palmeras se están viendo asoladas y se encuentran en proceso de extinción en la ciudad antigua. Primero fueron la multiplicación de las tuberías subterráneas, luego vinieron los aparcamientos en las aceras y le siguieron los vendavales que tumbaban los ejemplares más viejos y enclenques, aunque siempre tan espigados. Por si fuera poco recientemente apareció la plaga del picudo rojo. Es penoso contemplar aquella plaza o avenida donde antes hubo una floresta llena de vida y ahora queda una palmera huérfana y solitaria, rodeada de otras que son como decenas de descabezadas reinas Maria Antonieta.

(¢) Carlos Parejo Delgado

domingo, 18 de enero de 2015

Érase un hombre...

Érase un hombre a un iphone 6 pegado,
Érase una cabeza irreflexiva,
Érase un deambular sin perspectiva,
Érase un animal desorientado.


Era un selfie tras otro de costado,
De frente, alegre, serio, boca arriba,
Un whatsapp permanente, a la deriva,
Un decir sin decir, anonadado.


Érase un no mirar, grande ceguera,
Un politono agudo como el grito
De una tribu prehistórica, eso era.


Era un sujeto ajeno a lo erudito
–plano encefalograma-, sin sesera,
y mucho más pesado que un mosquito.

sábado, 17 de enero de 2015

El poema

Recuerdo que una tarde de abril me sorprendieron escribiendo un poema. Fueron el cura y el maestro, junto al río, y fueron de inmediato a dar cuenta a mis padres; hacía mucho estaba proscrita la palabra. Yo me oculté en el tronco de un roble milenario, seguro de que habría represalias. Y allí pase la noche. Conversando con duendes y chupando hojas de hierbabuena.

A la hora del almuerzo, vinieron a buscarme. Mamá y el tío Roque. Me temí lo peor, pero mamá, en vez de regañarme, me habló de Federico, Aleixandre y Machado y de un tal Luis Cernuda, que era su favorito. Desde ese día el tío Roque hizo las veces de maestro. Y mamá y yo jamás volvimos por la iglesia.

Gran Hermano VIP

Cualquier coartada falsa es buena. Ahora, el terrorismo islamista. Porque ellos, pese a que de cara a la opinión pública se muestren con frecuencia como enconados adversarios, siempre han sido y siempre serán hermanos, grandísimos hermanos, de métodos e intereses en lo criminal y lo espurio; siempre han necesitado y siempre necesitarán, para justificar su sinrazón de ser y mantener sus indecorosos e inaceptables privilegios, crear enemigos entre los pueblos a los que, con desvergonzado cinismo, dicen servir; siempre fabricar amenazas para luego aparecer como adalides de la seguridad ciudadana.

Ayer todos fuimos Charlie Hebdo, y hoy comenzamos a ser Guadalix de la Sierra. O Truman, el del Show, representando una vida ficticia sin saberlo, bajo la atenta y vigilante mirada del Gran Hermano. Sólo que, en cada vez más numerosas ocasiones, muy lejos del confort de la isla de Seahaven. Y, con la excusa de brindarnos protección, nos someten a un control y una vigilancia asfixiantes y obsesivos: cámaras por doquier, en la calles, en el baño, hasta en el ano, sometiéndonos a una desagradable y permanente colonoscopia. ¿Por doquier? Bueno, no, todo tiene sus excepciones. Así que ni se le ocurra gravar a una bestia de uniforme pateando los huevos a aquellos que aún osan protestar y luchar por sus derechos y los de todos: probablemente estará usted cometiendo un delito.

No obstante, en vista de la acelerada deriva hacia el Armagedón a la que se haya sometido, en este presente cargado de pretéritos, el mundo, habrá que convenir que un Gran Hermano es hoy más necesario que nunca. Pero un Gran Hermano VIP tanto orwelliano como televisivo. Para mantenerlos permanentemente vigilados y aislados. A ellos, los que declaran guerras humanitarias para esquilmar a aquellos a los que dicen ir a defender; los que imponen tratados comerciales –como el TTIP- para beneficio de las mafias del totalitarismo financiero y en detrimento de los pueblos; los que permiten morir a enfermos de malaria o hepatitis C para mayor gloria de las multinacionales farmacéuticas; los que, en su infinita codicia, arman e instruyen al terrorismo; los de las puertas giratorias; los patriotas de cuentas corrientes en paraísos fiscales; los del puedo prometer y prometo y, donde dije digo, digo Diego…

Y sin nominados. Todos en la casa de Guadalix para los restos. Que para estos perros rabiosos no existe rehabilitación posible.

viernes, 16 de enero de 2015

Máscaras (+ caras)

Dime de qué presumes, y te diré de que careces. Coca Cola, La Caixa, Iberdrola y un sinfín de transnacionales del capital criminal global, se afanan por convencernos mediante una publicidad tan excelente desde el punto de vista de la mercadotecia como falsaria, de que son poco menos que un dechado de filantropía, con sus becas, organización de eventos deportivos, operaciones para la mejora del medio ambiente y un largísimo etcétera en beneficio de los que sufren, los que carecen de oportunidades, los que pasan hambre, los enfermos, los deshauciados, los infelices, los suicidas. "Compre usted nuestros productos, ¿no ve que somos cojonudos?" –vienen a decirnos con desvergüenza y desparpajo. Entretanto, despiden sin piedad a sus trabajadores pese a los beneficios millonarios que año tras año obtienen, establecen tarifas abusivas que esquilman al ciudadano medio y condenan a la pobreza energética a los más débiles, nos la meten doblada con la letra pequeña, nos deshaucian, nos joden vivos. Lavados de imagen tan perniciosos para la sociedad como el lavado de dinero negro que llevan a cabo las mafias del tráfico de drogas, armas y seres humanos. Dime de qué presumes.

Ángeles


“Esto en su día fue una iglesia; aún puedo respirar el miedo y la mentira en sus rincones” –nos dijo el tío Roque. “Y ahora estamos nosotros: los demonios. O eso dirán los perros, aunque nadie en la aldea, haya escuchado aún esas historias. Pero tarde o temprano, alguien vendrá a contarlo: un delator, un judas. Y entonces les diremos a todos: somos ángeles. Y nadie nos creerá, y pereceremos. O nos haremos fuertes, y será nuestro reino, sin reyes, de este mundo, que es el único.”

Nosotros no entendíamos. Y el tío Roque nunca más volvió a mencionarlo. Pero de madrugada, en sueños, abríamos las alas y volábamos entre hadas y luciérnagas. Por si venía el delator, el judas. Para estar preparados.

jueves, 15 de enero de 2015

Los perros


Fuimos a dar a aquella aldea, huyendo de los perros –vestían uniforme verde oliva y, en sus garras, portaban grilletes y fusiles. Fue luego de la huelga, con la persecución de los braceros.

En la aldea, la noche caía bruscamente, y nadie conocía la palabra crepúsculo. Los niños nunca hablábamos con nadie del alba ni el ocaso; nos lo habían prohibido los abuelos. Tampoco mencionábamos la huelga.

Con nosotros vivía el tío Roque. Y, cada noche, nos contaba historias espantosas. Historias de alambradas y jaurías, de intolerancia y muerte. “Son sólo cuentos” –nos decía, luego, para calmarnos. “Aunque no está de más que estemos prevenidos; por si las moscas, niños, por si las moscas.”

El tío Roque había sido un destacado líder campesino. Cuando no tenía barba y era rubio. Y se llamaba Pablo. Y una noche sin luna –recuerdo que ladraban los perros como diablos-, nos desapareció.

Cinqueño (Agustín Casado)

Sentenciaba aquella sentencia vieja
que cinqueño el toro ha de ser, de cinco
y mozo el torero de veinticinco.
A rajatabla cumple esta pareja:


cinco años embistiendo con ahínco
y en canal veinticinco a tocateja
serán livianos los kilos que pesa
quien maneja el capotillo corinto.

Tal cosa pensaba mientras los pinto;
instinto torero de casta añeja,
y hasta Torrijos detrás de su verja

ve en las palomas un vuelo distinto
que revoloteando sobre el recinto
son pañuelo al viento y piden la oreja.

Texto e ilustración: Agustín Casado

miércoles, 14 de enero de 2015

Opuestos

La memoria es maleable. Los recuerdos, en cambio, nos deforman.

El sacrificio


El día de la procesión del santo, amaneció nublado. Lo celebré a escondidas –quizás me libraría de tener que vestirme de domingo. Pero me delató mi rostro. “Es un hereje, irá al infierno” –dijo don Cosme, el sacerdote, mirándome severo como un diablo. “No merece perdón” –dijo mi padre. Pero mamá, que conocía bien las bárbaras costumbres que se gastaban en el pueblo, en un descuido de ambos, me ocultó en el alpende, tras unos sacos de patatas.

La gata me miraba con recelo. Había recién parido y se temía que alguien le arrebatase los gatitos, para meterlos en un saco y ahogarlos en el río. Pero pronto entendió mi condición de fugitivo. Se podría decir que fuimos cómplices.

Cuando el santo llegó a la ermita, la enorme pira estaba preparada. Mi desafortunada sustituta, una cabra llamada Blancanieves, a la que yo tenía en gran estima, gemía de terror ante el ardiente futuro que sabía la esperaba. Don Cosme dio la orden y papá, poseído, prendió fuego a la hoguera. Entonces comenzó a llover con furia, como nadie presente recordaba, y un rayo cayó a tierra, fulminando a don Cosme.

martes, 13 de enero de 2015

Del rosa al amarillo

España es el país de los famosos de los propios trapos sucios (los cuales, en muchos casos, tienen el airearlos en público como único oficio y beneficio). Por favor, Sálvame... de esta España.

El diluvio

Tras una vida de trabajo duro, que ya daba a su fin, el burro se negó por vez primera, a dar un paso más. El cielo estaba gris y amenazaba con el Armagedón o un gran diluvio, y el pánico infectaba el rostro fantasmal de los labriegos. “Lo molerán a palos –pensé con desazón-; y no parece estar para esos trotes”. Y me ofrecí a arrastrar la carga. Los labriegos, entonces, se olvidaron del miedo y del largo camino que aún quedaba hasta el mercado, y, alborozados, comenzaron a burlarse. “Y ¿cómo un alfeñique como tú –decían- va a poder arrastrar seis quintales de papas?”. No me importó; durante toda la vida había sido el blanco de las burlas ajenas, y estaba acostumbrado. No sé lo que ocurrió después; sucede con frecuencia que pierdo la memoria. Sólo recuerdo que, cuando empezaron a dar golpes al burro en las costillas, me vi cegado por la cólera. Lo único cierto es que ninguno de los cuatro labriegos llegó nunca al mercado. La carreta, arrastrada por el burro, apareció sola y sin carga ya al ocaso. Una semana más tarde, cesó la búsqueda. La desaparición fue achacada al diluvio.

lunes, 12 de enero de 2015

Escenas sevillanas (13): Monólogos de un naranjo centenario (Carlos Parejo)


He vivido en el patio o el compás del convento de Santa Clara o de Santa Paula, que más da, cientos de años. Allí, mi copa tiene la frescura y el verdor de la selva tropical. Mi tronco es erguido, robusto y alto. Tanto que abraza el azul del cielo y los tejados gatunos.

Pero hete aquí que desde que el Marqués de Vega Inclán quiso hacer de Sevilla un centro de interés turístico, allá por la Exposición Universal de 1929, he dado el salto a las plazas y calles. Ya nos contamos por miles. Somos tantos como en ninguna urbe mundial.

Nuestro dorado fruto lo recogen en pleno invierno. La pérfida Albión lo transforma en su preciada mermelada de naranjo amargo. Desvanecido el esplendor de nuestra fecundidad, anunciamos la primavera sevillana con nuestras flores blancas y perfumando el aire de azahar. Y, tan agradecidos le estamos a esta hospitalaria ciudad sureña, que en el largo y tórrido verano le ofrecemos vivificantes sombras a sus ardientes aceras.

(¢) Carlos Parejo Delgado

domingo, 11 de enero de 2015

El espantapájaros


Cuando llegué a la huerta, yacía sin aliento, junto a las tomateras. Alguien o algo diabólico lo había hecho pedazos. Me acordé de los pájaros de Hitchcock. Entonces el silencio era absoluto y era casi el ocaso. Me dije “a la de tres”, y eché a correr hacia la aldea. Pero las zarzas devoraron el camino. Volví sobre mis pasos y, al llegar a la huerta –ya era noche cerrada- , el cadáver había desaparecido. Y también los tomates y la acequia. “Me culparán a mí” –pensé. Y cavé a uñas y dientes, un hoyo más profundo que la noche, a fin de guarecerme. No pude pegar ojo; un no sé qué espantoso merodeaba en redor de mis sueños. Con la mañana, todo había vuelto a su sitio: la acequia, los tomates, el camino… Y ni rastro de sangre. “Buenos días” –dijo el espantapájaros, con una gran sonrisa. Fue cuando supe que algo monstruoso, algo que nos terminaría arrebatando el alma, se había instalado para siempre en nuestros campos.

Fuego amigo

Pese a que, tantas veces,
te oí expresar las ganas
de hacerlo, no pensé
que llegases un día
a usar la “recortá”.
Seguí, incluso, en mis trece
tras haber recibido
algún que otro disparo.
(“Seguro que no ha sido
adrede –me decía-
y no es más que el producto
de un yerro o accidente.”)
Es por ello que, ahora,
me siento como un saco
de mierda agujereado
por eso que eufemística-
mente se denomina
fuego amigo (no obstante
y a pesar del dolor,
aún, no sé si mintiéndome,
me sigo repitiendo
que ha sido un accidente).

sábado, 10 de enero de 2015

El octavo día


De lunes a domingo, la vida transcurría entre el hastío y la monotonía. Las tareas domésticas, la siesta, los crímenes rituales perpetrados con premeditación y alevosía, la cal, las pompas fúnebres… Y, al fin de la jornada, el sueño: un pozo más árido y profundo que la muerte. Pero el octavo día era otra cosa. Y, aun siendo igual que el resto, lo disfrutábamos como un regalo que no se ha merecido. Y en su curso medíamos el tiempo y nuestros actos, a fin de repetir nuestro afán de verdugos, de lunes a domingo.

Llegó luego el eclipse, transformándolo todo, empobreciendo los minutos vacíos, resarciendo a las víctimas, marcándonos la piel con el estigma hiriente y sempiterno del insomnio. Y el tiempo se paró sobre los restos putrefactos de un lapso infectado de moscas y gusanos. Era el justo castigo a nuestro orgullo de bárbaros impunes. Y no quedó siquiera la llama de un poema para hacer frente al frío, las penumbras y el miedo.

Credo

No hay dios. Pero en su nombre
—en sus diversos nombres
de aquí y de allá—, los íncubos
y súcubos más fieros,
inicuos y espantosos,
fornican en altares,
alzados en las cloacas
con el miedo y la sangre
de inocentes, pariendo
como ratas el mal.

viernes, 9 de enero de 2015

C'est aussi par cela que je suis Charlie

Por mor de que el Pisuerga
es pucelano,
vendrán ahora a metérnosla
por todo el ano.


Sólo habrá un mundo
más seguro e incólume
siendo más justo.

Aquel fue un año sin verano...

Aquel fue un año sin verano. Y tampoco llegó la primavera. A mediados de agosto, las nieves aún cubrían las almas temblorosas y los campos, y no había fruto alguno ni hortalizas que llevarse a la boca. Las beatas, en tropel, cada mañana, iban en procesión hasta la iglesia, para encenderles velas a los santos, tratando de este modo de entibiar sus manos ateridas, al calor de las llamas. Pero el templo era frío como un muerto. A finales de octubre, sacrificaron ramilletes de ondinas que sangraron como claveles vírgenes. Y el altar de la iglesia dio a luz una hidra indómita que vomitaba sombras, aguanieve y granizo. Yo, entretanto, rezaba a Prometeo, y, en el suelo del sótano, brotaban hadas, sílfides, patatas y pan recién horneado.

jueves, 8 de enero de 2015

Viñeta

Los bárbaros dan alas a los bárbaros.
Pobre mundo a merced de los estériles
saqueadores de nidos de paloma.

El faro de Marbella (Agustín Casado)

La de Málaga es farola
así dicho, en femenino,
y llora por un marino
cuando cree que está sola.

Tiene enamorao a este niño
que le manda caracolas
envueltas en una ola
como prenda de cariño.

No echa cuenta de sus guiños
porque es tieso como un palo,
porque es feo aunque no malo,

y eso sí, tan masculino.
Lo saben hasta los chinos
cuando dicen “Mila, un falo”


Texto e ilustración: Agustín Casado


miércoles, 7 de enero de 2015

A una joven que quiere ser poeta

"tanta belleza devorada a solas,
tanta belleza cruel, tanta belleza."

Ángela Figuera Aymerich

Seguro que has oído
–y habrás dado por cierto-
que suelen los poetas
entablar fácilmente

relaciones sociales.

No hagas caso, no es más
que fachada. El poeta
rara vez no está solo.
Y el hombre lo es por ser
un animal social.


(Pero cuánta belleza en la poesía)



La gula del Norte



Las crisis en el mundo actual, no son otra cosa que un ataque agudo de gula y codicia de las mafias del totalitarismo económico global. De ahí que en situaciones de crisis, los muy ricos no sólo no se vean afectados negativamente, sino que hasta engorden a un ritmo superior a lo habitual. Así revienten.

martes, 6 de enero de 2015

Cabalgata (diccionario de Epìfanía y otras fiestas de guardar)


Cabalgata.

f. Felina justa, perfecta, excelente en su clase, a la que le encanta desfilar en todo tipo de festejos populares.

Fue la primera vez que vi la nieve

Fue la primera vez que vi la nieve. Era la Navidad de 1966 y yo tenía 5 años. Recuerdo que la víspera, tropecé yendo a dar de bruces al brasero. Pero no sufrí daño alguno. Mamá, que nunca había creído en dios, pensó que se trataba de un milagro. Yo prefiero pensar que no fue más que suerte. Como lo de la nieve. Cuando me levanté –todavía no había amanecido-, caían copos como gatos. Eran pequeños ángeles, y yo bailé entre ellos, lo mismo que un demonio. Al día siguiente tuve pulmonía. Pero eso nunca he conseguido recordarlo.