Petros Márkaris y su "Trilogía de la crisis" me han hecho reconciliarme con la narrativa. Y no tanto por suponer una lectura fácil —que no superficial— y amena, como por su manera directa y sin tapujos de dibujar la sociedad griega de este principio de siglo XXI, así como por el análisis certero que realiza acerca de las causas que la han llevado a la nada halagüeña situación actual y, sobre todo, por las propuestas que, leyendo entre líneas, se vislumbran en sus letras como imprescindibles para la superación de la crisis en Grecia. Porque la trilogía de Márkaris constituye una sustanciosa alegoría y una furibunda crítica política.
Así, si bien los asesinatos que, con su buen hacer policial, desentraña el comisario Kostas Jaritos, son perpetrados contra lo que podríamos denominar víctimas desde la óptica de una novela policíaca, en el terreno de la alegoría tienen por objeto a los más crueles verdugos. Aquellos verdugos que, con su codicia, terminaron condenando a la miseria al pueblo griego. En "Con el agua al cuello", son la banca y los poderes financieros; los millonarios que mediante todo tipo de argucias se las arreglan para tributar muy por debajo de lo que les corresponde, en "Liquidación final"; y, por último, en "Pan, educación, libertad", aquellos estudiantes que en 1971 se rebelaron contra la dictadura militar en los denominados "Hechos de la Politécnica", y que bien pronto traicionaron el espíritu de aquella rebelión para medrar con operaciones opacas ajenas a la legalidad en ámbitos políticos, sindicales y económicos, como el de la construcción, y convertirse en una nueva élite de insolidarios acomodados. Una semblanza esta, por otra parte, a la que no somos ajenos en España.
Al principio de "Liquidación final" aparece, desconozco si de la mano de Márkaris o de la de TUSQETS Editores, la siguiente advertencia: "Se desaconseja cualquier imitación de los hechos narrados en esta novela." Pero Márkaris, en su trilogía, nos está proponiendo todo lo contrario: no mediante el asesinato ni la violencia, pero sí de manera pacífica y democrática, se hace imprescindible acabar con todos estos verdugos, con todos aquellos que acabaron enriqueciéndose mediante prácticas corruptas a costa del empobrecimiento del pueblo, para salir de la crisis.
Esperemos que Alexis Tsipras tome buena nota de las enseñanzas de Márkaris. Y que lo mismo hagan en España las fuerzas políticas emergentes que, esperemos, acaben derrotando al bipartidismo corrupto que venimos sufriendo desde los principios de nuestra escuálida y agonizante democracia.
Así, si bien los asesinatos que, con su buen hacer policial, desentraña el comisario Kostas Jaritos, son perpetrados contra lo que podríamos denominar víctimas desde la óptica de una novela policíaca, en el terreno de la alegoría tienen por objeto a los más crueles verdugos. Aquellos verdugos que, con su codicia, terminaron condenando a la miseria al pueblo griego. En "Con el agua al cuello", son la banca y los poderes financieros; los millonarios que mediante todo tipo de argucias se las arreglan para tributar muy por debajo de lo que les corresponde, en "Liquidación final"; y, por último, en "Pan, educación, libertad", aquellos estudiantes que en 1971 se rebelaron contra la dictadura militar en los denominados "Hechos de la Politécnica", y que bien pronto traicionaron el espíritu de aquella rebelión para medrar con operaciones opacas ajenas a la legalidad en ámbitos políticos, sindicales y económicos, como el de la construcción, y convertirse en una nueva élite de insolidarios acomodados. Una semblanza esta, por otra parte, a la que no somos ajenos en España.
Al principio de "Liquidación final" aparece, desconozco si de la mano de Márkaris o de la de TUSQETS Editores, la siguiente advertencia: "Se desaconseja cualquier imitación de los hechos narrados en esta novela." Pero Márkaris, en su trilogía, nos está proponiendo todo lo contrario: no mediante el asesinato ni la violencia, pero sí de manera pacífica y democrática, se hace imprescindible acabar con todos estos verdugos, con todos aquellos que acabaron enriqueciéndose mediante prácticas corruptas a costa del empobrecimiento del pueblo, para salir de la crisis.
Esperemos que Alexis Tsipras tome buena nota de las enseñanzas de Márkaris. Y que lo mismo hagan en España las fuerzas políticas emergentes que, esperemos, acaben derrotando al bipartidismo corrupto que venimos sufriendo desde los principios de nuestra escuálida y agonizante democracia.
Espléndida crítica literario política, al estilo de mi estimado Roland Barthes. Veo que no te has arrepentido de que te prestara el primer libro de esta magnífica trilogía de un hombre que ha cumplido ochenta, pero es todo clarividencia.
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