lunes, 12 de enero de 2015

Escenas sevillanas (13): Monólogos de un naranjo centenario (Carlos Parejo)


He vivido en el patio o el compás del convento de Santa Clara o de Santa Paula, que más da, cientos de años. Allí, mi copa tiene la frescura y el verdor de la selva tropical. Mi tronco es erguido, robusto y alto. Tanto que abraza el azul del cielo y los tejados gatunos.

Pero hete aquí que desde que el Marqués de Vega Inclán quiso hacer de Sevilla un centro de interés turístico, allá por la Exposición Universal de 1929, he dado el salto a las plazas y calles. Ya nos contamos por miles. Somos tantos como en ninguna urbe mundial.

Nuestro dorado fruto lo recogen en pleno invierno. La pérfida Albión lo transforma en su preciada mermelada de naranjo amargo. Desvanecido el esplendor de nuestra fecundidad, anunciamos la primavera sevillana con nuestras flores blancas y perfumando el aire de azahar. Y, tan agradecidos le estamos a esta hospitalaria ciudad sureña, que en el largo y tórrido verano le ofrecemos vivificantes sombras a sus ardientes aceras.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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