viernes, 23 de enero de 2015

El banquete

Nunca podré olvidar el día en que murió el abuelo. Fue después del expolio, y eran tiempos de desespero y hambre. Salió muy de mañana, en busca de raíces y tallos comestibles. Poco después la abuela lo halló en una cuneta, con un tiro en la nuca.

Mejor será mentir y contar a las gentes de la aldea que ha desaparecido —dijo el tío Roque en tanto transportaba el cuerpo a la fresquera.

Con más hambre que pena, aun siendo está infinita, un infierno después le pregunté a la abuela:

—¿Qué habrá para almorzar?

—Solomillo de abuelo al horno —me respondió entre lágrimas.

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