Nunca podré olvidar el día en que murió el abuelo. Fue después del expolio, y eran tiempos de desespero y hambre. Salió muy de mañana, en busca de raíces y tallos comestibles. Poco después la abuela lo halló en una cuneta, con un tiro en la nuca.
Mejor será mentir y contar a las gentes de la aldea que ha desaparecido —dijo el tío Roque en tanto transportaba el cuerpo a la fresquera.
Con más hambre que pena, aun siendo está infinita, un infierno después le pregunté a la abuela:
—¿Qué habrá para almorzar?
—Solomillo de abuelo al horno —me respondió entre lágrimas.
Mejor será mentir y contar a las gentes de la aldea que ha desaparecido —dijo el tío Roque en tanto transportaba el cuerpo a la fresquera.
Con más hambre que pena, aun siendo está infinita, un infierno después le pregunté a la abuela:
—¿Qué habrá para almorzar?
—Solomillo de abuelo al horno —me respondió entre lágrimas.
Tu saga rural es más dura que un pedernal
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