martes, 16 de septiembre de 2008

Restos de un naufragio



Prendidos al azote de las olas
Los sueños malogrados vagan rotos,
Camino del abismo en la resaca.
Jirones de un abrazo nunca dado,
Tendidos en la arena del destiempo,
Al sol se van secando reprimidos,
Al tiempo que los besos, como un yermo,
Se agrietan de salitre entre los labios.
En un arcón, cerrado a cal y llanto,
La ropa sigue intacta y bien planchada:
No hay sábanas manchadas por el goce
Ni restos de carmín en los pijamas.
Todo es silencio: están acostumbrados,
Los despojos, a ser boca sin lengua
En sus lamentos. Ansia el mar, devora
Añicos de cristal de una botella,
Morada de un mensaje, sin destino,
Helado de intemperie entre las algas.
Ahogado, el porvenir, hinchado y lívido,
Engullen las gaviotas sus pupilas,
En tanto que el ocaso va cayendo
Y allá, junto a las rocas, destrozada,
Se opaca bajo un cielo sin estrellas,
Pudriéndose de ausencias la esperanza.


En la ilustración: “El mar de hielo” o “El naufragio del Buque
Esperanza” (1823-1824), de Caspar David Friedrich.

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

bello, triste...
la nostalgia se apodera de mi al leerte.
Pudrirse de ausencia...
mil besos

Anónimo dijo...

Y cada vez se hace más pequeña, a punto de desaparecer eso es lo que parece pero no desaparece si tú no quieres...seguirá ahí esperando a ser reconstruida de esa putrefracción y volver a tomar su belleza verde y volar, volar alto con tus propias alas hasta volver a dar esos besos nunca dados y ser nombrada esperanza

Anónimo dijo...

No hay miel en los ojos ni pupilas en las flores

Anónimo dijo...

qué positivos estamos últimamente los dos!

Anónimo dijo...

Triste y nostálgico poema Rafa, no pierdas nunca, ni dejes que se pudra la esperanza.

Más besos.

Anónimo dijo...

Intento ver sólo la belleza de tus letras, que no me traspase.
Besos