jueves, 24 de abril de 2008

Zona residencial


Su casa era pequeña
-Apenas 40 metros cuadrados,
Incluyendo la escuálida terraza-,
Pero su amor, como escape de gas,
Salía a borbotones por puertas y ventanas.

Con el paso del tiempo,
Y las largas jornadas de trabajo,
Entraron en su vida
Los hijos,
El Rottweiler
Y la prosperidad;

Y fueron a vivir a las afueras
-Chalet independiente
Con garaje, piscina y energía solar-.
Y en el oscuro desierto sin alma
De aquella urbanización de sus sueños,
Lujo estéril donde sólo moraban,
Henchidos de cansancio, a la hora de dormir,
Preso de incomunicación y hastío,
Y como caro tributo al progreso,
Su amor, sin un gemido,
Muy poco a poco, se les fue muriendo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

halaaaaaa quieres decir que eso va en función de los metros cuadrados de la casa??? yo creía que era en función de ¿.........? bueno bueno, haré un pensamiento.
Por cierto, la casa es de vicio,
preciosa.
Besitos

Anónimo dijo...

Pues tienes toda la razón, Ana, y eso es lo que quise expresar. La preocupación por "prosperar" (una prosperidad, en mi opinión, mal entendida) a cualquier coste (ese "prosperar" que aquí viene representado con esa metáfora de la casa), mató eso otro que dices, el amor. No supieron ordenar bien su escala de valores.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

A veces tienes mucho y en realidad no tienes nada pues perdiste la esencia...un beso