jueves, 27 de septiembre de 2007

Violeta y el baúl americano

Una historia de supervivencia, esperanza, espíritu de lucha y entrega

“Escribo/ en defensa del reino/ del hombre y su justicia. Pido/ la paz/
y la palabra…”

Blas de Otero.



Cuando Paco Tovar, a través de un programa de Radio Nacional de España, conoció la historia de Manuela Rejas, quedó profundamente fascinado por la sugestiva personalidad y las intensas vivencias que ésta atesoraba en sus 82 años de existencia. Y, persona emprendedora y solidaria donde las haya, decidió que tan fructífera experiencia no merecía perderse en las ciénagas del olvido, que era necesario que alguien nos brindase la oportunidad de conocerla y de recoger el testigo del profundo humanismo, de las ganas de vivir y del amor al prójimo de esta mujer que fue y sigue siendo la primera mujer ilusionista de España, de esta mujer que, llena de vitalidad a su edad, aún sigue ofreciendo ilusión a través de su magia.

Porque la de Manuela es una historia de determinación ante la vida, de rebeldía ante la injusticia, de darse a los demás, de honradez, de ansias de libertad y de espíritu de superación, valores todos que, por desgracia, hemos terminado olvidando en la vorágine de este tiempo a contrarreloj que nos ha tocado vivir y que a marchas forzadas, sin que apenas nos demos cuenta, nos devora.

Manuela nació en el contexto de la España de los años 20 del pasado siglo, un contexto que reservaba a las mujeres el mero papel de esclavas domésticas sin posibilidad alguna de emancipación ni de desarrollarse como seres humanos. Eso lo supo bien pronto Manuela al nacer “en el lugar del hijo” que su familia esperaba y sufrir desde entonces el rechazo y el maltrato de unos padres que nunca llegaron a creer en ella ni a quererla. Pero, a pesar de esa soledad que marcó su infancia, Manuela nunca se rindió ante los continuos reveses que fue recibiendo de la vida ni dejó de luchar en pos de sus sueños. Unos sueños que florecieron en su corazón a la edad de 11 años cuando decidió, ante la burla y la falta de fe de los que la rodeaban, que quería ser ilusionista para repartir magia y esperanza entre sus semejantes. Y así comenzó su continua lucha contra las adversidades, contra la miseria de la guerra y la posguerra, contra el hambre y la pobreza y, ya, en los últimos años de su vida, contra un cáncer ante el que nunca se ha rendido.

Y así, con esa esperanza y espíritu de lucha siempre irredentos, Manuela alcanzó su sueño de ser ilusionista, de hacerse a sí misma hasta convertirse en una persona que va repartiendo ilusión allí donde aparece. Una ilusión que recogió de la maleta de un mago ajusticiado por los fascistas y del baúl americano de Iris -su eterna amiga y mentora, la que la ayudó a convertirse en Violeta, la maga Violeta-, cuyos valiosos contenidos no deberían perderse el día que venga a reclamarla la muerte. Y ese es el objetivo del proyecto de Paco Tovar y de todos aquellos que se han sumado al mismo: que el espíritu solidario, rebelde y vital de Violeta no termine perdiéndose en la maraña del tiempo, porque, en el fondo, todos, de algún modo, llevamos en nuestro interior a una Violeta esperando a que alguien la abone de ilusión para que florezca.

Un proyecto consistente en la realización de un documental, con guión basado en las memorias autobiográficas de Manuela, recogidas en su libro inédito “Anécdotas y vivencias de una ciudadana del mundo”, y con ella misma y sus grandes valores humanos como protagonistas, que comenzará a rodarse el próximo 12 de octubre en Veguellina de Órbigo, el pequeño pueblo de la provincia de León en el que reside Violeta y donde continúa repartiendo su ilusión y su magia de manera desinteresada.

Un proyecto en el que, junto con Paco y entre otros, participan de manera totalmente altruista Rocío González, Luna Baldallo, Eloy Botello, Licinio García, José Manuel Roldán, Oscar Arnulfo González –al que tuve en mis brazos casi recién nacido-, Guillermo Mora, Carlos Ferrer y Carolina Toscano.

Un proyecto serenamente transgresor que da la Paz y la Palabra a Violeta en la esperanza de que con su historia empecemos a desandar lo andado en este mundo que ningunea la experiencia y hace de la tecnología y las –cada vez más pasajeras– modas el sumum de la felicidad. Un proyecto que pretende que recojamos, al menos, parte del testigo que nos ofrece Manuela Rejas, porque si somos capaces de aprender de su espíritu de lucha, de su amor por la vida y al prójimo, de su pacífica rebeldía, estaremos poniendo los cimientos que pueden llevarnos a construir otro mundo posible.

Gracias Manuela, Violeta, gracias Paco, gracias a todos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Rafa, abriste mi caja de la curiosidad, me apetece mucho saber más de ésta mujer.
Mañana busco pq tengo el día muy tonto y Feliz, aunque si no hubiera sido por todos vosotros me hubiera sentido perdida y nuy sola.

Me encanta leer cosas como las que has puesto.

Besos.

Anónimo dijo...

Así me gustan las mujeres: pacíficas y rebeldes, como Manuela. Me levanta la moral saber que existen mujeres con ese coraje.
Como a María, a mí también me gusta cuando haces este tipo de artículos.
Besos, chato.

Anónimo dijo...

Buen articulo, humano, real y emotivo. Me ha encantado y me hace querer saber algo mas de esa abuela.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Huy!
Rafa, que hemos cambiado de día y todavía no has publicado nada. Bueno el vídeo de hoy me ha parecido delicioso. La ópera me emociona. Voy a poner la obra entera mientras faeno por casa.

Buenos días para todos.

Anónimo dijo...

Precioso artículo, Rafa, un abrazo

"Ilusiona" encontrarse con personas como Manuela que luchó por sus sueños al tiempo que prendía los nuestros. Ella nos transmite un mensaje: los sueños están para perseguirlos.

Ese documental es un merecido homenaje.

Esta historia nos recuerda la película "El Ilusionista" que es una linda y fascinante.

Un abrazo a todos/as

Anónimo dijo...

pues sí que dan ganas de conocerla, esperamos noticias

Anónimo dijo...

Es un post estupendo, causa una admiración inmediata de esta mujer. Ojalá dentro de cada uno surgiese una Maga Violeta que nos hiciese seguir sus pasos, un beso