miércoles, 21 de marzo de 2007

El estruendo de los corderos

Cuando, siéndolo o no, los que se sienten víctimas se creen en el derecho de exigir que haya de ser su verdad la admitida en todo momento por todos, y sitúan a los que discrepan en las trincheras del enemigo y del mal, es que están comenzando a sufrir la metamorfosis que puede llevarlos a transformarse en los siguientes verdugos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Véase el caso del pueblo judío, sin ir más lejos. La historia no enseña nada, al parecer, y nos condenamos no sólo a repetir nuestros propios errores sino, lo que es más grave, a repetir las celadas que cometieron contra nosotros sobre nuestras posibles victimas. Victimas y verdugos, me temo que ambas condiciones están en nuestros genes.
Chicharrones y cervezita

Anónimo dijo...

Todos somos víctimas y verdugos en algún momento... Pero es más facil quejarse, ante el publico y luego benagloriarse de los cadaveres...

Mar (oju que filosofica toy)

Anónimo dijo...

Pues sí, pero si bien el carácter de víctima tal vez nos venga casi siempre dado por condicionantes externos, para el de verdugo, siempre nos queda la posibilidad de elegir. De la elección que hagamos depende el que nos podamos considerar como seres humanos o como auténticos monstruos.

Cruzcampo y tapita ensaladilla...
Y besos, ¡coño!, que son gratis pero pueden valer mucho (pa tí también Manolo, como si fuésemos rusos)