Frente a tanto buen propósito
renegando del deseo
que, amigo Agustín, le leo,
y a su abuso —¡despropósito!—
del la virtud hecha apósito
contra el vicio; como ateo,
lo alerto, sin titubeo,
de cuán lleno está el depósito
de las promesas que en vida
se hizo el bienintencionado.
Además usted olvida,
por la mística ofuscado,
que en esta breve partida
nunca hubo un fraile Casado.
Ilustración: Murillo
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