Tras destrozar con saña tapices y cortinas del reino, tomó aguja e hilo y dijo: "He venido a remendar tanto estropicio". Luego -la falta de costumbre- se pinchó en un dedo, y cayó en un profundo sueño semejante a la muerte. Pero hasta entonces había sido tan odiosa, que nadie vino nunca a besarla. Y así todos al fin fueron felices y comieron perdices.
(alegoría y esperanza)
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