Miro al frío a la cara
en esta madrugada
de ausencias que agoniza
tiznando el horizonte
con su sangre celeste.
Brota el llanto y, al punto,
se congela en los ojos,
clavando sus cristales
de recuerdos y sueños
frustrados desde el centro
de la pupila al nervio
de la esperanza. Duele.
Más que nada. No importa.
Cuando claudique el párpado
para siempre, quisiera
estar mirando así.
La flor del tabaco
-
*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
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