Mi vida son recuerdos de un clan de socialistas
que, ¡falsos!, nunca fueron socialistas ni obreros;
mi terruño, el cortijo de estos oportunistas,
de ociosos señoritos, los rancios herederos.
Ni un maquis tras la guerra, ni un presidiario he sido,
—sabéis que vine al mundo pasados esos años—,
mas recibí la amarga herencia del vencido
y con ella sus ansias de lucha y sus redaños.
Hay en mis venas gotas de sangre comunista
que retumba en mis versos con el fragor de un trueno;
y ansío la igualdad, aun siendo pesimista,
con la ilusión que albergan los niños en su seno.
Adoro lo que es justo, y repruebo la estética
cosmética que esgrimen, queriéndolo embaucar,
ante el pueblo, los lobos políticos sin ética,
vestidos de cordero y adictos a robar.
Desdeño su discurso tan falso como hueco,
y a la horda de babosos que en torno a la tribuna,
aplauden su impostura y luego se hacen eco
de sus promesas vanas, queriendo hacer fortuna.
¿Soy iluso o utópico? No sé. Pero quisiera
que ayudaran mis versos a arrancarles la máscara,
y que así de una vez por todas aprendiera
a distinguir, el pueblo, el fruto de la cáscara.
Detesto a estos farsantes porque he sido testigo
de las barrabasadas sin par que día a día,
han perpetrado, avaros, robándole el abrigo
y el pan a los obreros, con grande felonía.
Porque son responsables de todo lo descrito
y más. De la miseria, el trabajo precario,
la falta de esperanza, la desazón, el grito
de dolor sin consuelo, como único inventario.
Y antes que llegue el día del último viaje,
cual caballo cuatralbo, sueño con contemplar
a Andalucía libre de su procaz linaje,
y verlos enterrados para siempre en el mar.
—sabéis que vine al mundo pasados esos años—,
mas recibí la amarga herencia del vencido
y con ella sus ansias de lucha y sus redaños.
Hay en mis venas gotas de sangre comunista
que retumba en mis versos con el fragor de un trueno;
y ansío la igualdad, aun siendo pesimista,
con la ilusión que albergan los niños en su seno.
Adoro lo que es justo, y repruebo la estética
cosmética que esgrimen, queriéndolo embaucar,
ante el pueblo, los lobos políticos sin ética,
vestidos de cordero y adictos a robar.
Desdeño su discurso tan falso como hueco,
y a la horda de babosos que en torno a la tribuna,
aplauden su impostura y luego se hacen eco
de sus promesas vanas, queriendo hacer fortuna.
¿Soy iluso o utópico? No sé. Pero quisiera
que ayudaran mis versos a arrancarles la máscara,
y que así de una vez por todas aprendiera
a distinguir, el pueblo, el fruto de la cáscara.
Detesto a estos farsantes porque he sido testigo
de las barrabasadas sin par que día a día,
han perpetrado, avaros, robándole el abrigo
y el pan a los obreros, con grande felonía.
Porque son responsables de todo lo descrito
y más. De la miseria, el trabajo precario,
la falta de esperanza, la desazón, el grito
de dolor sin consuelo, como único inventario.
Y antes que llegue el día del último viaje,
cual caballo cuatralbo, sueño con contemplar
a Andalucía libre de su procaz linaje,
y verlos enterrados para siempre en el mar.
2 comentarios:
Criticaron a los señoritos de jóvenes y se volvieron señoritos cuando llegaron al poder, machadín
Qué bueno, Rafa....
ya sabes: Si quieres saber como es fulanito, dale un "carguito"....
Sí....¡¡.tanta vulgaridad a-bu-rre!!
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