Aquella pelirroja cuerpo 10,
autora de poemas catastróficos
que luego recitaba
de un modo cuando menos catastrófico,
era la prueba indubitable
de que el amor, a veces,
no es para nada ciego pero está
completamente sordo.
La flor del tabaco
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*(Pues si mata… que mate)*
*A Manolo Rubiales –echando humo.*
*Ayer noche, al quedarme sin tabaco*
*–Estaban los estancos y colmados,*
*Los quioscos...
1 comentario:
Jejeje...sin duda !
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