Estos días de agosto, siempre tan tranquilos y solitarios, he leído las memorias de un literato alpujarreño ya setentón. En uno de los párrafos recuerda su escuela infantil con esta gracia: “Las paredes estaban decoradas con mapas, cuadros de virtuosos y santos o de los grandes jerarcas del Régimen. En el testero principal, donde estaba la mesa del maestro, había un crucifijo, y a un lado la foto de Franco y al otro lado, la de José Antonio Primo de Rivera. Bastó esta insólita posición del crucifijo en medio de las dos fotos para que los rojos del pueblo, sin necesidad de demasiados esfuerzos, se sacaran de la manga el chiste: “¿En qué se parece la escuela de nuestro pueblo al Calvario de Jerusalén?”. “En que Jesús está entre dos malhechores”.
(¢) Carlos Parejo Delgado
1 comentario:
Buenísima la respuesta ja, hacía mucho que no leía la palabra “testero”, creo que años, o se me había borrado (ahora no lo sé)
Un beso Rafa
Ay, estos días de agosto, tan tranquilos y tan solitarios…
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