viernes, 19 de julio de 2013

La espada


Conozco bien mis limitaciones y es por ello que no me cuesta reconocer que escribo como el culo. En cualquier caso, esto último, tan común entre los integrantes de los poco numerosos y siempre tan selectos clubes de escritores de éxito de los cuales nunca llegaré a formar parte, no supone merma alguna en mi afán por jugar con las palabras. Con sadismo. A mazazos. Obsceno. Con obsesiva irreverencia. Destripándolas, siempre con la intención de salpicar de sangre y vísceras molidas la pulcritud hipócrita de los indecentes a fuerza de ser correctos. Hoy, como parte de esta estrategia “filoilógica” que no conduce a nada, he obligado a fornicar entre sí a dos sustantivos. Por puro vicio. Sin amor, esa entelequia. De la aberrante cópula ha nacido una bestia. O quién sabe si un ángel. También los caminos del lenguaje pueden llegar a ser inescrutables. TRAnsICIÓN; así se llama la criatura.

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